Con información de Fernando Castellanos.
El 16 de octubre de 1996, Guatemala vivió una de las tragedias más dolorosas de su historia deportiva. En el entonces Estadio Nacional Mateo Flores —hoy Estadio Doroteo Guamuch Flores—, una serie de negligencias provocó la muerte de 84 personas y dejó más de 200 heridas durante el partido eliminatorio entre Guatemala y Costa Rica, rumbo al Mundial de Francia 1998.
El estadio, remodelado años atrás para incluir una pista olímpica, había visto reducida su capacidad y sus vías de escape. Aunque la CONCACAF autorizó la venta de 38,000 boletos, el recinto terminó recibiendo más de 60,000 espectadores.

Minutos antes del inicio del encuentro, miles de personas con entradas en mano permanecían fuera del estadio. Muchos intentaron ingresar a la fuerza por un túnel que conducía directamente a la General Sur, una de las zonas ya repletas. La presión de la multitud provocó que los aficionados fueran aplastados contra las rejas metálicas, ocasionando una tragedia sin precedentes.
Posteriormente, las investigaciones revelaron la existencia de más de 7,000 boletos falsificados, lo que contribuyó al sobrecupo. La justicia calificó el hecho como un “delito de muchedumbre”, lo que imposibilitó identificar y procesar a los responsables directos.

La tragedia del Mateo Flores continúa siendo la quinta más grave ocurrida en un evento deportivo a nivel mundial, y cada aniversario se recuerda como una llamada de atención sobre la seguridad en los estadios y la responsabilidad institucional en la organización de espectáculos masivos.












