Por Fernando Castellanos |
Cada 29 de junio recordamos a los apóstoles y grandes testigos de Jesucristo, San Pedro y San Pablo, una de las más grandes celebraciones del catolicismo.
Esta celebración recuerda que San Pedro fue elegido por Cristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, quien con humildad aceptó la misión de ser “la roca” de la Iglesia y apacentar el rebaño de Dios a pesar de sus debilidades humanas.
San Pablo fue el apóstol de los gentiles. Antes de su conversión era llamado Saúl, pero después de su encuentro con Cristo y conversión, continuó hacia Damasco donde fue bautizado y recobró la vista.
Tomó el nombre de Pablo y pasó el resto de su vida predicando el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.