Por Fernando Castellanos |
En el 2002, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) declaró el 12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con la finalidad de concentrar la atención en este problema mundial y su forma de erradicarlo.
El trabajo infantil es toda la actividad económica o estrategia de supervivencia, sea remunerada o no, realizada por niños y niñas menores de 18 años.
Conmemorar esta fecha desde una perspectiva de derechos humanos es recordar a los estados su responsabilidad frente a políticas de protección y garantías.
El trabajo infantil pone en riesgo a los y las menores de edad, viola el derecho internacional y nacional, priva a los niños de su derecho a la educación y se les exige asumir una doble carga: el trabajo y la escuela.
Las sociedades que tienen índices de pobreza y exclusión social, donde la movilidad de la mano de obra incide en el desempleo, donde existe discriminación y la falta de políticas que protejan a sus ciudadanos y que promuevan bases de garantía sobre el derecho a la educación son las mismas sociedades que se convierten en espacios vulnerables que propician una incidencia directa al trabajo infantil.