Corriendo de las olas

Ene 10, 2022 | Política | 0 Comentarios

Con el inicio del 2022 llegó la cuarta ola de la variante del COVID-19 llamada “Ómicron”, descubierta en Botsuana y en Sudáfrica. Las últimas cifras oficiales indican que en el mundo son más de 300 millones de personas las que se contagiaron con el coronavirus desde diciembre del 2019 y en menos de dos meses hay casos registrados con la nueva variante en 132 países y a una velocidad nunca registrada. 

Recordemos que  el COVID ha tenido impactos desproporcionados en los pobres y vulnerables en el 2021, la recuperación económica ha sido desigual, el acceso de las vacunas no ha sido para todos en la misma proporción y velocidad, problemas de aprendizaje, retrocesos en el desarrollo para poner fin a la pobreza extrema donde cifras del Banco Mundial indican que la pobreza extrema aumentó en 2020 por primera vez en más de 20 años y alrededor de 100 millones más de personas viven con menos de USD 1,90 al día. 

La ciencia medica y la propia historia nos muestra que el camino más rápido de poner fin a la pandemia es vacunando a los habitantes de todo el mundo, y para ello se necesita un acceso justo y amplio a vacunas eficaces y seguras; sin embargo, se necesita también atención a las políticas de salud especialmente en los países en desarrollo para que cuenten con equipos de protección personal, tratamientos, elementos de diagnóstico, equipos de oxígeno, infraestructura hospitalaria, etc., es evidente las deficiencias de muchos sistemas de salud que continúan sin estar preparados para una crisis de esta naturaleza.

Si de olas se trata, mención aparte merece mencionar la necesidad de atender la crisis climática. De no controlarse el cambio climático, las consecuencias son que para el 2030 podría haber casi 135 millones de personas en pobreza extrema -según estimaciones del Banco Mundial- y la mayoría de las personas más pobres del mundo vivirá en situaciones caracterizadas por fragilidad, conflicto y violencia. 

La humanidad vive en los dos últimos años sufriendo las consecuencias de una pandemia que no se quiere ir y no desaparecerá, el impacto es de gran alcance y ha afectado todos los ámbitos posibles del desarrollo. Si bien es cierto que en el 2021 la economía mundial creció, el comercio de bienes se recuperó, los precios de los productos básicos alimenticios comenzaron a estabilizarse y las remesas registraron una recuperación sólida, la aparición de nuevas variantes, el acceso desigual a las vacunas, la crisis en salud, educación, empleo, alimentación, vivienda, etc. indican que aún queda mucho por hacer.

Países con terceras y cuartas olas de contagios, más las que podrían aparecer en los próximos meses, debe llevarnos a ser cautelosos. Nadie puede prever el futuro, la pandemia continúa teniendo a algunos más que a otros en vilo, angustiados, asustados, desesperados y cansados. Seamos solidarios y empáticos, no nos auto destruyamos.  

Hasta la próxima semana.

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