Por Fernando Castellanos |
Este 29 de septiembre es el Día Internacional de los Arcángeles, aunque originalmente era la festividad del Arcángel Miguel, debido a que ese día del siglo V le dedicaron una basílica en su honor en la vía Salaria, Italia.
Años más tarde, con la reforma litúrgica del año 1969, se unificaron las festividades de los demás Arcángeles, quedando el 29 de septiembre como el Día Internacional de los Arcángeles.
El 29 de septiembre se celebra a los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, quienes aparecen nombrados en la Biblia, llevando a cabo misiones importantísimas encomendadas por Dios.
➡️ La existencia de los ángeles es una verdad de fe.
➡️ Su presencia en la Biblia es el testimonio más incontestable.
➡️ La palabra «ángel» viene del griego y significa mensajero.
➡️ El prefijo “arc” indica liderazgo, “el que gobierna, dirige o lidera”.
➡️ Entonces “arcángel” se interpreta como «el que lidera a los ángeles».
➡️ Si bien la Biblia indicaría que hay más de tres arcángeles, sólo menciona el nombre de San Miguel, San Gabriel y San Rafael, que son los tres reconocidos por la Iglesia Católica.
Por su parte, la Iglesia Copta reconoce también a un cuarto arcángel: San Uriel, quien aparece en el Libro de Enoc (el cual el catolicismo considera apócrifo).
Asimismo, otras tradiciones como la metafísica y corrientes del misticismo judío mencionan además a los Arcángeles Zadquiel, Chamuel, Jofiel y Metatrón, entre otros.
Son conciencias de luz que dirigen a grupos de ángeles e interceden entre los hombres y la Divinidad.
¿Para qué los invocamos?
Nos pueden ayudar en situaciones cotidianas, brindándonos la claridad necesaria para resolver un problema (no desde los miedos, el enojo o la ansiedad sino desde nuestra sabiduría interior) y comprender cuál fue la enseñanza que dicha experiencia finalmente nos dejó.
Al invocar a los Arcángeles, ponemos en movimiento una fuerza celestial inteligente que te nos protege y ayuda en lo que necesitamos.
Pero de nuestra parte es importante el trabajo interior, la disciplina de mirar hacia adentro y tener la valentía de hacer los cambios -internos y externos- que sean necesarios para conseguir aquello que anhelamos.
Somos nosotros los creadores de nuestra realidad y experiencia, que se manifiesta como una respuesta a los pensamientos y emociones que emitimos.