Por Moisés Cottom |
El 3 de noviembre de 1957, la perra Laika fue enviada al espacio a bordo de la nave soviética Sputnik 2, un mes después de que fuera lanzado el satélite Sputnik 1, y marcó un hito en la carrera espacial humana.
Laika fue sujetada con un arnés y conectada a electrodos que monitoreaban sus señales vitales. La cabina contaba con un sistema regenerador de aire que le proveía oxígeno, alimento en forma de gelatina y una bolsa que recogía sus excrementos.
Lamentablemente, Laika también fue el primer animal fallecido en el espacio: murió entre cinco y siete horas después del lanzamiento, mucho antes de lo previsto, a causa del estrés y el sobrecalentamiento generado por una falla del sistema de control térmico de la nave.
No obstante ello, la misión fue un éxito en términos científicos, al recabar importante información científica sobre el comportamiento de los seres vivos en el espacio. Hoy, existe un monumento de 2 metros erigido en honor a Laika.
En 1998, Oleg Gazenco, responsable de enviar a la perra Laika al espacio, dijo: “cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho”.