La histórica candidatura presidencial de Kamala Harris, ha «renovado la energía» de la base demócrata y de los votantes que irán a las urnas en noviembre próximo con la protección del acceso legal al aborto y los derechos reproductivos entre sus principales preocupaciones.
La vicepresidenta, la segunda mujer en ganar la nominación presidencial de un partido principal en la historia de EEUU —tras la salida de Joe Biden de la carrera—, inyectó oxígeno a una campaña considerada en peligro.
El entusiasmo se ha visto reflejado en cifras récord de donaciones y el apoyo de sectores cruciales de la sociedad estadounidense, entre ellos, organizaciones y grupos de activismo por la «libertad reproductiva».
La campaña de Harris «está renovando la energía en cuanto a la salud reproductiva y también movilizando a ciertos sectores del electorado que tal vez estaban un poquito dormidos», dijo a la Voz de América Alejandra Soto, directora de Comunicaciones en Español de la oenegé Planned Parenthood.
Por otro lado, organizaciones pro-vida han incrementado los ataques contra la aspirante presidencial demócrata, a quien califican como una “apologista del aborto que representa la posición extrema pro-aborto del Partido Demócrata”, según el grupo Derecho Nacional a la Vida, que asegura que una victoria de Harris sería una derrota para «las mujeres y los bebés».
Ambos lados del espectro estarán representados en Chicago, durante la Convención Nacional Demócrata, donde Harris aceptará oficialmente la nominación partidista y tendrán lugar manifestaciones para llamar la atención sobre los asuntos clave por los que votarán los estadounidenses.
El aborto en la boleta
El panorama de la salud reproductiva en EEUU cambió radicalmente en 2022, cuando la Corte Suprema revirtió su propia decisión en el caso Roe vs Wade y acabó con casi medio siglo de protección federal al aborto.
La movida del Supremo, de mayoría conservadora, dejó a la legislación sobre la salud reproductiva en manos de los estados, que se movieron rápidamente: unos para declarar prohibiciones casi totales o limitar la ventana de tiempo en las que se pueden someterse legalmente al aborto, mientras que otros emitieron leyes para proteger el acceso.
De cara a las elecciones generales de noviembre, donde también se elegirán a los miembros del Congreso y se decidirán temas clave en cada estado, una «sólida mayoría» de personas se opone a una prohibición federal del aborto: alrededor de 6 de cada 10 estadounidenses, según una encuesta de AP-NORC Center for Public Affairs Research publicada en julio pasado.
Esto es sumamente importante porque el aborto estará en la boleta electoral en al menos ocho estados, incluidos los territorios «bisagra» que desempeñarán un papel crítico en la carrera presidencial y la lucha por el control de la Cámara y el Senado.
Desde mucho antes de su carrera por la reelección, el presidente Joe Biden reconoció la importancia de poner a los derechos reproductivos en el centro de su campaña, como un reclamo movilizador en lo que se espera sea una elección reñida. Biden, devoto católico y hombre, prefirió dejar el protagonismo a Harris, algo que ha probado jugar a favor de la vicepresidenta en su actual campaña por la Casa Blanca.
El expresidente y candidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump se ha atribuido el mérito de la derogación de Roe vs Wade ante su base conservadora – gracias a que designó a tres jueces del Supremo y consolidó la mayoría que derogó la sentencia-, pero no ha apoyado la prohibición nacional del aborto que piden sus partidarios de la derecha religiosa.
A pesar de esto, las posiciones de Harris y Trump sobre el tema no pueden ser más diferentes.
«Lucharemos por la libertad reproductiva sabiendo que si Trump tiene la oportunidad, firmará una prohibición nacional del aborto para ilegalizarlo en todos los estados», dijo Harris a fines de julio a sus partidarios y al personal de su campaña.
Una voz líder por los derechos reproductivos
Kamala Harris «utiliza la palabra aborto, habla del aborto, habla de los anticonceptivos, habla de la fecundación in vitro, sin pelos en la lengua y dejando muy claro que esas decisiones pertenecen al núcleo familiar y al núcleo individual» en lugar del gobierno, insistió Soto.
«El gobierno tiene que enfocarse en si el tratamiento que estamos recibiendo es el adecuado, si es eficaz, si es seguro. Las creencias personales de cada quien, son eso, creencias personales. Entonces, en cuanto a política, Kamala Harris entiende perfectamente bien esa división», agregó la portavoz de Planned Parenthood, una de las organizaciones líderes en servicios de planificación familiar y educación sexual en EEUU.
Para Soto, es muy importante que sea una mujer la que defienda el tema de los derechos reproductivos. «Es entendible que para muchísimas mujeres (…), el tema del aborto con una mujer liderando y hablando de una forma tan abierta, te da esa valentía, ese poderío de tú también poder hablar del tema».
«Lo que ha quedado claro desde Biden, y ahora más que con Harris, es que confían en que cada mujer es suficientemente inteligente y capaz, y cada familia, de tomar su propia decisión», indicó.
Planned Parenthood, junto a una docena de grupos y organizaciones pro derechos reproductivos, apoyaron la candidatura de la vicepresidenta.
«Estoy muy emocionada de apoyar (…) a alguien con una larga trayectoria de experiencias de victorias, que además tiene el apoyo de los estadounidenses que quieren ver a Donald Trump derrotado este noviembre», dijo la presidenta del Centro Nacional de los Derechos de la Mujer (NWLC en inglés), Fatima Goss Graves.
«Somos muy conscientes de lo que está en juego en estas elecciones para las mujeres y sus familias. (…) Ella es la persona que puede impedir que Trump recupere la Casa Blanca y provoque otros cuatro años de caos», insistió Goss Graves en una llamada de apoyo a la candidatura de Harris a fines de julio.
Información Yeny García / Voz de América / Fotografía cuenta en X de Kamala Harris