El 10 de diciembre de 1948 se aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos y desde 1950 la Asamblea General proclamó esa fecha como el Día de los Derechos Humanos.
El artículo 1 de la Declaración dice que «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”; es decir, se proclama los derechos inalienables inherentes a todos los seres humanos, sin importar su raza, color, religión, sexo, idioma, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, propiedades, lugar de nacimiento ni ninguna otra condición.
La Declaración es el documento más traducido del mundo, disponible en más de 500 idiomas y por ello tiene un récord Guinness; sin embargo, no es suficiente el reconocimiento por parte de los Estados y de la sociedad en general, sino hacerlos que se cumplan para que los derechos consagrados sean realmente respetados.
Bajo el lema de este año “Dignidad, libertad y justicia para todos” la Organización de las Naciones Unidas iniciará una campaña de un año de duración cuyo objetivo es que la población tenga un mayor conocimiento de la Declaración a puertas de su 75 Aniversario con el fin de presentar la Declaración centrándose en su legado, relevancia y activismo.
Los derechos humanos son un asunto de todos sin importar condición social o profesión u oficio. La pobreza por la que atraviesan la mayoría de los países del mundo tiene que ver sin duda alguna con la realización de los mismos. Sin una plena realización de éstos, por más Estado de derecho y democracia que se tengan en dichos países, sus pobladores necesitan respuestas efectivas y oportunas que les permitan superar condiciones de vida dignas.
Si no existe la sensibilización para entender dentro de los más profundo de cada persona la situación que viven otras personas, pero que no sólo sea un entendimiento, sino un asumir de actitudes positivas de ayuda y tolerancia, los derechos humanos jamás estarán lo completamente realizados; y, los esfuerzos para ello serán vanos.
Los derechos humanos se deben de desarrollar desde el punto de vista de la práctica diaria por todos los seres humanos, la vivencia de los mismos debe ir a la par de su fundamentación filosófica, su concepción jurídica o su evolución histórica. Se trata, de un proceso de formación de actitudes que, requiere de ingredientes cognoscitivos, afectivos y de manifestaciones conductuales. Debe efectuarse un cambio de enfoque de los derechos humanos, que promueva y fortalezca su ejercicio pleno, que lleve a una nueva forma de ver o hacer las cosas.
Los derechos humanos son pasado, presente y futuro. La humanidad sería diferente si son garantizados, respetados y cumplidos, por eso es necesario el auxilio de otras ciencias para que sea el puente que se necesita para seguir promoviéndolos, defendiéndolos y apostando por ellos como la base que fortalecen a los Estados.
Los derechos humanos están pidiendo una vía de legitimación oportuna y de apropiación de sentido en la comunidad, que se convierte como el primer espacio potenciado para la promoción, defensa y conservación de los mismos. En este sentido, se debe contribuir al fortalecimiento de los procesos de desarrollo educativo, social, político y ético que requieren los países y hacer efectivos los principios de la educación y los valores de la democracia participativa definidos en las Constituciones Políticas.
Los Estados y sus poderes públicos, deben de generar políticas públicas que garanticen el respeto a los derechos humanos. Los gobiernos deben ser gobiernos para los derechos humanos, donde sus habitantes puedan desarrollarse con libertad y dignidad.
El reconocimiento y la internacionalización de los derechos humanos, ha llevado a crear los mecanismos de promoción y protección de los mismos; y, aunque hay que reconocer que los esfuerzos son invalorables, aún falta mucho por hacer para que las sociedades se apropien del tema.
Hasta la próxima semana.
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