En los orígenes de la humanidad se pueden encontrar normas que tratan de regular la conducta en la guerra, costumbres humanitarias y prácticas que exigen que se respete a quien no combate o no puede combatir y se le dé un trato humano. Estas normas nacen de la guerra misma y se convierten en reglas consuetudinarias que reglamentan la guerra. Son las leyes, usos y costumbres de la guerra.
Los usos reglamentaron algunas cuestiones de las hostilidades, el comportamiento de las fuerzas armadas en campaña, el respeto a las poblaciones civiles, los poderes del ocupante de territorio enemigo y adoptaron progresivamente los principios de necesidad, humanidad, lealtad y cierto respeto mutuo.
En los libros históricos del Antiguo Testamento abundan los relatos de mortandades. Dice que es el eterno quien les ordena y quien prohíbe a los habitantes de la Tierra Prometida tratar con sus enemigos. El Talión aparece como una limitación de la violencia, y en otros pasajes bíblicos se recomienda a los hebreos no matar al enemigo que se rinda y dar pruebas de misericordia para con los heridos, las mujeres, los niños y los ancianos.
Durante el apogeo de la dominación sarracena en España en 1280 se escribe “El Viqayet” que constituye un verdadero código de leyes de la guerra donde se prohíbe matar a las mujeres, a los niños, a los ancianos, a los dementes, a los inválidos, a los parlamentarios. Se prohíbe matar a los vencidos y envenenar las flechas y las fuentes.
Jean-Jacques Rousseau en el año 1772 en su obra el Contrato Social escribió: “La guerra, no es una relación de hombre a hombre, sino una relación de Estado a Estado, en la cual los particulares sólo son enemigos accidentalmente, no como hombres, ni incluso como ciudadanos, sino como soldados, no como miembros de la patria, sino como sus defensores…Dado que el fin de la guerra es la destrucción del Estado, se tiene derecho de matar a sus defensores, mientras tienen las armas en las manos, pero tan pronto como las deponen y se rinden, cesando de ser enemigos o instrumentos del enemigo, vuelven a ser simplemente hombres, y no se tiene derechos sobre su vida”.
Para referirnos a la historia del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, necesariamente debemos hacer mención del empresario, filántropo y humanista suizo Henry Dunant quien fue su fundador y estuvo presente en la batalla de Solferino en Lombardía (24 de junio de 1859) cuyo resultado de violencia extrema fue de más de 6.000 muertos y 40.000 heridos que yacían en el campo de batalla. Ante la inexistencia de ayudar a los más de 9,000 heridos que a duras penas llegaron cerca del poblado más cercano en busca de algo de agua y de comida, fue Dunant desde una iglesia y con la ayuda de las mujeres del lugar, asumieron sus curaciones y acompañaron a los moribundos durante tres días y tres noches. Era necesario codificar a las leyes y costumbres de la guerra.
Así nace el DIH como el conjunto de reglas internacionales de origen convencional o consuetudinario destinado a ser aplicado en los conflictos armados, internacionales o no internacionales, y que limita, por razones humanitarias, el derecho de las partes en conflicto a elegir libremente los métodos y medios utilizados en la guerra, o que protege a las personas a y los bienes afectados, o que pueden estar afectados, por el conflicto.
Hasta la próxima semana.
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