Karl Popper (1957) en su libro Las sociedades abiertas y sus enemigos, insistió en la organización de instituciones políticas para impedir que los malos dirigentes e incompetentes hicieran mucho daño, en alusión a la construcción de entramados institucionales que debían responder a un orden basado en el Estado de derecho, para que este fuera lo suficientemente implacable sin dejar rendijas ocultas o paralelas a fuerzas que pudieran debilitarlo.
El Siglo XXI, con su antesala al acomodamiento de transiciones democráticas ya no discute ni pone en duda las libertades ciudadanas y tampoco el Estado de derecho; sino, se cuestiona la institucionalidad y el buen desempeño de la gestión pública.
Hoy en día por un lado, los empresarios del continente están haciendo su trabajo, ampliando inversiones y generando empleo, aunque no el suficiente y tampoco con salarios competitivos. Están y van donde las condiciones del Estado les permitan aumentar sus márgenes de ganancia con la holgura mediática de los escenarios legales (a veces laxo y sin reglas, apoderándose de las decisiones políticas) o por el contrario, algunos están afianzados en el respeto a la regla en un Estado altamente creíble, estable social, económica con certeza jurídica y predecible, aunque son los pocos…
Sin embargo, por el otro lado, es sorprendente que las desigualdades y la exclusión social sean curiosamente un fenómeno producto de la conducción errática de la democracia y sus instituciones. Enfermedad que debilita la confianza ¿en qué momento se extravió el sentido estratégico del Estado?
No, nunca se perdió, simplemente abandono el fin teleológico del Estado, criterio doctrinal que no agrada algunos sectores dado que se recetó la holgura a su medida. Solo cuando vino la crisis de la Pandemia del COVID-19 se reconoció la existencia del Estado curiosamente para efectos del endeudamiento público y su reparto… ¿entonces?
Actualmente los indicadores sociales resultan contrarios a los optimismos del crecimiento, uno de ellos y el más cruel la desnutrición crónica infantil, como lo repite Paola Cano (2021) insistentemente en sus reclamos académicos y ensayos que no alcanzan a trastocar ni políticas ni conciencias ¿Habrán aguantado hambre alguna vez? Me pregunto Paola.
No cabe duda, la ausencia de políticas económicas vigorosas en industrialización, tecnologías y digitalización generadoras de empleo. El problema, aún y cuando pueda existir la ventana de oportunidad en esas inversiones, no hay capital social formado. La educación pública, sus sindicatos y expertos amigos del sistema fallaron en décadas para emprender nuevas políticas. Todavía se patina en el mismo humedal.
Razones complejas que derivan en la coyuntura actual: las migraciones irregulares no se van a detener. Matemática simple, el salario mínimo requiere 40 años para acumular en familias de cinco miembros que trabajen. Podemos seguir en reuniones y mesas técnicas, pero la solución es otra…
Esta distorsión es la punta visible del tempano histórico que demanda liderazgos altamente capaces de comprender las crisis y emprender el diseño de nuevas de rutas de Estado en los horizontes futuros de América. Para un hombre de Estado creer que las migraciones son la solución a la pobreza y desempleo en el país es añadir una antinomia al debate de soluciones futuras, pero lo hacen… con la ingrata ironía del desplante teatral.
Alicia Bárcenas (2016) dijo alguna vez que el continente, para definir una estrategia en el modelo de crecimiento sostenible tendrá que asumir como fundamento que la Igualdad es la base efectiva de la titularidad de derechos en el marco de una ética compartida como principio último irreductible. Dijo contundentemente que los objetivos son:
- Igualdad con convergencia productiva y territorial.
- Igualdad de acceso y medios a la educación, salud, empleo y seguridad social
- Políticas económicas con visión propia y de largo plazo en el ámbito macroeconómico, productivo y territorial
- Pactos para la igualdad liderados por el Estado: con efecto redistributivo, con acceso a innovación, institucionalidad laboral y seguridad en el trabajo.
Si vemos el futuro en democracia, es urgente recuperar la credibilidad y confianza ciudadana que constituye una agenda necesaria donde el papel de partido político en la conducción estatal deberá traducirse en modalidades menos opacas ante el ojo del votante y sobre todo el contribuyente ¿Es la próxima alternabilidad electoral la solución…?
0 comentarios