Por Fernando Castellanos |
Cada 1 de noviembre, San Agustín Sumpango, Sacatepéquez, se llena de color y simbolismo con la tradicional exposición y concurso de barriletes gigantes, una de las manifestaciones culturales más emblemáticas de Guatemala.

Según la tradición oral más antigua, los barriletes representan el vínculo entre el inframundo y el mundo terrenal, sirviendo como medio de comunicación entre los vivos y sus seres queridos fallecidos. Para los habitantes de Sumpango, elevar un barrilete es un acto espiritual que une el arte, la fe y la memoria.

El festival, realizado en el campo de fútbol junto al cementerio municipal, reúne cada año a cientos de artistas comunitarios que, durante meses, elaboran verdaderas obras maestras con caña de varal, bambú y papel de china. Los barriletes más grandes pueden alcanzar hasta 20 metros de diámetro y requieren jornadas completas de trabajo durante al menos cinco meses previos al evento.

La leyenda local cuenta que el origen de esta tradición se remonta a una época en la que, durante el Día de los Difuntos, el cementerio era perturbado por espíritus malignos. Los pobladores, siguiendo el consejo de los curanderos, comenzaron a elevar barriletes cuyos crujidos y vibraciones en el viento alejaban a los malos espíritus, protegiendo así a las almas buenas.

Antes de la llegada del papel de china, los barriletes eran elaborados con hojas de plátano, caña y tusa, materiales resistentes y ligeros que permitían su vuelo. Con el tiempo, el arte barriletero evolucionó hasta convertirse en una expresión cultural única, donde el diseño y el mensaje son igualmente importantes.

Cada grupo participante define previamente el mensaje que desea transmitir —ya sea de unidad, paz, amor, respeto por la Madre Tierra o defensa de los valores comunitarios—, lo plasma en un boceto y finalmente lo materializa en enormes lienzos de papel multicolor.
Los barriletes gigantes de Sumpango no solo representan un orgullo local, sino que también han sido exhibidos en varios países de América y Europa, donde su creatividad y profundo significado espiritual han sido ampliamente reconocidos.
Una tradición que eleva el arte, la fe y la memoria al cielo de Guatemala.













