Don Carmelo, un vendedor de lácteos de El Salvador, se despidió de Trencito, el caballo que lo había acompañado durante nueve años de su vida. En medio de la calle, se arrodilló y con los brazos hacia el cielo lloró la pérdida de Trencito quien fue mucho más que solo un animal de carga. Se convirtió en su compañero y en parte de su familia.
«Me hinqué en el pavimento para darle gracias a Dios por los días que me lo había prestado. Era mis canillas porque no puedo caminar. Después de Dios, me ayudaba para mantener a mi esposa. Mis pies eran el caballo.(Los vecinos) me decían que me lo cambiaban o me lo compraban, pero les decía que no.», dijo al sitio ElSalvador.com
Su historia muy pronto se hizo conocida dentro del pueblo, y una familia juntó recursos para comprarle a Don Carmelo un nuevo corcel, el cual fue bautizado como «Justiciero». Para que así, el señor pueda seguir vendiendo sus productos en la localidad.
Sin embargo, incluso con este nuevo caballo, Don Carmelo asegura que jamás olvidará a Trencito: «Siempre te voy a tener en mi corazón. Gracias caballito por todo lo que hiciste.»
Con información de Imagen Televisión