Un sentimiento nos une: amamos lo que hacemos día a día en el campo de la educación, para poder ayudar a la niñez y juventud a crecer y madurar, tener conocimiento que pueda ayudarles a afrontar la vida con serenidad, dignidad y humildad. Tu sentido común, pasión y emoción por la enseñanza ha logrado pintar proyectos y tejido sueños en las mentes fértiles de quienes siempre han creído en tu palabra.
Tu espíritu en el centro educativo siempre es ver a tus colegas como verdaderos aliados, buscando siempre esos espacios que permitan colaborar, evitando la exclusión, discriminación y racismo. Sabes de antemano que cualquier lucha intestina entre el profesorado se traduciría en dificultades para el estudiantado, pues es el yacimiento de jerarquías que significa conflicto y luchas, convirtiendo la escuela en un campo de batalla.
Como profesor y padre te has convertido en un gran ejemplo, imponiendo un estilo y técnica de enseñanza a través del grado que impartes o de la asignatura que desarrollas, ya sea en el Sistema Educativo Nacional o privado y/o universitario. Siempre estas impulsando cambios según la necesidad habitual del estudiante, involucrándote en la vida cotidiana, operando pequeñas cosas que producen grandes cambios e iniciando revoluciones hechas siempre sin fusiles.
El pan de enseñanza que cada día brindas a tus estudiantes está lleno de consideraciones y reafirmaciones que responden a las necesidades de un mundo totalmente distinto al que la escuela obligatoria obliga a enseñar, que pone limites artificiosos para dejar el poder en las manos corruptas e inescrupulosas, que no cree ni confía en los jóvenes aparcándolos de forma interminable.
Tu enseñanza esta fundida en estrategias para ayudar al estudiantado a vivir, aprender a apreciar la cultura, a contemplar la belleza, a promover la libre asociación e integración del conocimiento a través de la totalidad del Ser. También tú, como los padres, formas parte de esa figura que se equivoca sin querer. Los padres lo hacen queriendo a sus hijos y el profesor lo hace deseando ayudarles a vivir mejor.
Querido profesor, frente a ti sentados se encuentran seres deseosos de cambiar el estado de su vida, llenos de miedo, pues el sistema se ha encargado de juzgarlos y los percibe como monstruos, en una fase de confusión de sentimientos y emociones. El estudiantado espera encontrar un grupo sideral y de sociabilidad, que pasa de la casa a un mundo de sentimientos que soporte tempestades y temporales.
El centro del mudo de la niñez y juventud es en primer lugar la familia, el cual se complementa con la escuela. Es sabido que hay una figura de referencia que desempeña la tarea de formación y exploración del mundo, los padres y el profesorado, quienes edifican el crecimiento a través de la experiencia, en un ambiente interno y externo que condicionara la existencia del Yo interno.
Se que, desde hoy, existe un nuevo compromiso, ser más útil para el estudiantado, con algunas modificaciones que permitan buscar la verdad y libertad, haciendo de la educación un hecho humanista y emancipador. Creando un espacio de relaciones movidas por la ternura y de formación de verdaderos ciudadanos.
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