Después del traslado abrupto de la presencialidad a la virtualidad en marzo de año 2020, presento un escenario en el ámbito educativo de incertidumbre, por el modelo educativo a trabajar dicha medida respondía a la declaración realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por el COVID-19 como una pandemia, hay que hacer notar que nuestro país y el gobierno no estaba preparado para afrontar.
Se inicio el proceso educativo de teletrabajo, aplicando diferentes aplicaciones y plataformas, lo que cambio la relación académica de docentes y estudiantes, haciendo habitual las clases en línea, evaluaciones, pruebas de ubicación y diagnósticas. Se opto por establecer procesos sincrónicos y asincrónicos como medios para poder atender al estudiantado.
Las vacunas desarrolladas a través de diferentes investigaciones y en un tiempo récord, algo totalmente inusual para poder atender la pandemia, lo que no se ha logrado con otras enfermedades que atacan a la humanidad. De este medo los proyectos científicos realizados tienen como fin último el retorno a la nueva normalidad y a la vida que teníamos antes de este padecimiento.
Del mismo modo, se ha puesto en evidencia la crisis que actualmente se padece en el ámbito cultural, social, político y económico, no solamente en el sanitario, en el contexto educativo se vieron afectos millones de estudiantes por falta de recursos económicos, equipos y medios que proporcionan las Tecnologías de la Información y la comunicación (TIC). Lo que agravo la desigualdad, el racismo y la discriminación.
Los medios de información y comunicación que gozaron de libertinaje sobre los contenidos audiovisuales, plataformas de videos, videojuegos, podcasts, redes sociales, entre otros, no fueron auditados por el ente encargado, lo que permitió que la población las utilizara para entretenimiento y ocio que compensara las actividades que se realizaban antes de la pandemia.
Los desafíos el Sistema Educativo Nacional y Universitario son nuevo, o avanzamos o retrocedemos, se debe considerar la salud mental del estudiantado durante el confinamiento, el estrés, e-estrés, afectividad, depresión, pensamientos suicidas, abuso, maltrato familiar, ansiedad, vulnerabilidad, preocupación, soledad, ira, nerviosismo, inquietud y problemas para poder conciliar el sueño.
Los hábitos y las rutinas realizadas durante el confinamiento para docentes y estudiantes tendrán que modificarse, lo que provocará nuevos problemas sanitarios, pedagógicos, de infraestructura gruesa y liviana, después de casi tres años de inactividad académica es lamentable regresar a las aulas en donde al parecer el tiempo no ha pasado, sin medidas de seguridad y distanciamiento, esqueletos de escritorios, pizarras quebradas y eliminación de las plataformas de trabajo.
Pareciera que el tiempo no ha pasado y volvemos a un salvajismo académico presencial sin respeto por la vida.
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