El Campus de Quetzaltenango de la Universidad Rafael Landívar celebra sus 60 años de existencia. Por sus aulas han pasado miles de profesionales, estudiantes y colaboradores especialmente del occidente de Guatemala que contribuyen al desarrollo social, económico y político fundado en los valores ignacianos y en servicio a la comunidad.
Pertenecer a la familia landivariana significa profundizar nuestra conciencia ética para sentir, vivir y promover los grandes principios humanistas; la sublime dignidad de todo ser humano, el respeto activo y profundo que cada uno merece, la comprensión de los conglomerados sociales distintos del propio, sensibilidad humana para no pasar de largo ante el dolor; preocuparnos creativamente ante las situaciones sociales de incultura, desnutrición, desempleo y, en general, de las injusticias endémicas que laceran a muchos de nuestros hermanos.
La educación landivariana toma como inspiración en medio de la diversidad de expresiones apostólicas, lo esencial que Ignacio enseñó: Jesús como el principio y fundamento; la mayor gloria de Dios como el fin y el sentido último de la vida; y, la misión en el ámbito personal y comunitario.
La misión de avanzar en el saber y difundirlo es inevitablemente una tarea colectiva.
Bien es cierto que la aspiración humana a conocer lo que todavía permanece inexplorado y oculto es individual y personal. Como lo es, asimismo, el noble anhelo de alcanzar el sueño de un conocimiento cada vez mayor que permita una vida mejor, carente de enfermedades, guerras, discriminación, dolor para conseguir una sociedad mundial en armonía y paz. Pero no existe Quijote solitario alguno que pueda alcanzar ese ideal. Por ello, es necesario el concurso de muchos hombres y mujeres para hacer progresar a la humanidad, y así ocurre en el ámbito de la universidad.
La tarea es de seguir trabajando para continuar elevando la academia y poner a disposición de la sociedad una educación acorde con sus necesidades a través de sus profesionales en beneficio de los sectores menos favorecidos de esta región y del país.
La universidad está “escogida” a ser luz, fermento, inspiración, conciencia, faro de objetividad y verdad en nuestra sociedad actual. Los retos son grandes. Las sociedades exigenexcelencia académica, conciencia social, procesos eficientes y egresados con valores.
Estos primeros 60 años son la base sólida para lo que toca por venir, siempre con el compromiso firme y la voluntad indoblegable de servir a la Nación Guatemalteca, recordando este seráfico pedimento al Supremo Maestro: “Oh, Divino Maestro, permite que pongamos la luz, allí donde haya tinieblas; donde haya duda, pongamos la fe, y donde haya desaliento, la esperanza.”
La gran tarea es de seguir fortaleciendo un modelo universitario jesuita, inspirado en la espiritualidad y pedagogía ignaciana, a fin de promover una educación, investigación y proyección como medio para incidir sustancialmente en cambiar para mejorar las vidas de las personas, incrementando su bienestar de la sociedad y cuidando la calidad del entorno donde se desarrollan.
Felicidades a toda la familia del Campus de Quetzaltenango en este 60 aniversario. Su presencia, entrega y trabajo diario es importante en la noble misión de formar a personas para servir a los demás. Desde la distancia cuando bajo mi gestión celebramos los 40 años y donde lo hecho, hecho está; permítanme tomarme licencia para compartir y alegrarme con ustedes por lo que se viene y que será iluminada con la luz divina para “la mayor gloria de Dios”.
Hasta la próxima semana.
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