La paz social es el resultado de la existencia de políticas públicas y sobre todo de instituciones que las hacen cumplir de forma eficiente ante las situaciones de desigualdad e injusticia que puedan desarrollarse dentro de un sistema socioeconómico. La paz social garantiza además la convivencia pacifica para la inexistencia de conflictos y en caso de haberlos se solucionan a través del diálogo, negociación y consenso.
Una sociedad sin paz social está permanentemente en confrontación y violencia, donde más temprano que tarde llevará a la autodestrucción de los valores humanos, para sobrevivir en una situación donde no exista bienestar, justicia, solidaridad, tolerancia y equilibrio.
Es inconcebible que en muchas de nuestras sociedades lo “normal” es vivir en permanente crisis política causada fundamentalmente por las actitudes y comportamientos de sus clases dirigenciales y políticamente representativas y, quienes no han sido capaces de generar y desarrollar políticas para atender las demandas históricamente postergadas especialmente de los sectores más pobres.
El descontento en la mayoría de las poblaciones del mundo con sus liderazgos pone en duda si las políticas implementadas desde la política responden a las necesidades y a los problemas que como humanidad nos enfrentamos. ¿Es la política o son los políticos el problema?
Para lograr la paz social y la convivencia pacífica en los estados donde permanentemente se generan conflictos sociales, es necesario crear las bases para que a través de un dialogo con sectores legítimamente representativos se identifiquen las acciones faltantes que el Gobierno y las instituciones del Estado conjuntamente puedan emprender y preparar las bases para que el Estado finalmente logré aterrizar, focalizar, concretar y ponga en práctica medidas para corregir las causas y evitar la conflictividad social en los países.
En muchos países no se debe seguir viviendo bajo permanentes crisis políticas que es la que genera violencia, desconfianza y frustración. La solución a estas permanentes crisis solo será resuelta a través de procesos de dialogo y con compromisos coherentes hasta lograr la construcción de estados de bienestar.
Rescatar los valores éticos y humanos de aquellos que ejercen la política debería de generar en las sociedades un clima de confianza que permita, por un lado, ejercer liderazgos que conduzcan a respetar las leyes; y, por otro lado, generar políticas públicas que lleven al pleno desarrollo de sus habitantes, tolerancia por la diversidad y capacidad de compromiso para evitar y generar conflictividad social.
Las crisis políticas, económicas y sociales, la violencia política, el deseo de abandonar sus países en busca de mejores horizontes, la corrupción, las carencias de políticas para proteger a las mujeres y poblaciones diversas, etc.; y, todo el conjunto de situaciones vividas intensa y cotidianamente que hace vulnerables a las sociedades, ha generado en importantes sectores la idea y el sentimiento de la inviabilidad de los países.
Vivimos cambios de épocas permanentes, los procesos de globalización de las economías y de las políticas en general están transformando radicalmente las estructuras del poder donde en medio de estas crisis, paradójicamente, se producen nuevos enfoques y estudios que renuevan y enriquecen la lectura de nuestras realidades.
Una nueva lectura desde una perspectiva humanizadora de la política nos debe permitir diferentes visiones para entender nuestras historias y tomarlas como la base para la reconstrucción coherente y justa de los Estados de manera de entender e interpretar a las actuales dinámicas sociales y la real dirección de los procesos de modernización de los mismos y del mundo.
Las reformas profundas de los estados deben de realizarse iniciando con los cambios de actitudes, rescatando que los valores de los pueblos son únicos y que sus desarrollos dependerán del desprendimiento individual para convertirse en intereses colectivos como único camino para la paz social y una época de cambios priorizando a las sociedades.
Hasta la próxima semana.
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