Querido profesor(a)
Desde hace tiempo siento un gran deseo de hablar de su labor, en la escuela, de esa institución que no se corresponde con las necesidades de los educandos que asisten a ella y que no corresponde adecuadamente a los objetivos (competencias) de formación de una nueva ciudadanía la cual persigue la comunidad y sociedad en general.
La profesión que profesa, en general, está muy poco remunerada y reconocida si tomamos en cuenta la gran preparación que se requiere para ejercerla, la cantidad de horas que debe dedicarle a la preparación de material didáctico, así como a su formación a fin de incrementar la mejora en los procesos de aprendizaje.
Sabemos que usted constituye el órgano más importante en la escuela, la cual está constituida por numerosos órganos, y como un proceso sistémico, sufre si no funciona adecuadamente y en perfecta sintonía. Lo que afecta la calidad de la educación, empobreciendo el ingenio, la imaginación, la creatividad, la crítica hasta convertirse en un enfermo que se encuentra en profundo coma.
Las autoridades que un día fueron estudiantes o docentes no valoran la noble y trascendental obra y labor artesanal que realizan los profesores de todos los niveles educativos, causa indignación el trato que reciben los docentes en todos los aspectos, social, cultural, político y económico, este último condiciona su futura situación como los nuevos pobres, de profesores pasan a ser pobresores.
En la vida nos encontramos con buenísimos profesores que marcan la diferencia, me parece que ser profesor es uno de esos entornos humanos que raramente se beneficia de su quehacer como labor, la satisfacción más grande es pasar por la vida del estudiantado y dejar una honda huella e influencia a través del arte de la enseñanza-aprendizaje. Por su parte el estudiantado poco reconocerá la gigantesca labor del docente y pequeños fragmentos de ese talento permitirá a las futuras generaciones plena consciencia de la riqueza que han dejado sus docentes.
La carta que escribimos es para demostrar nuestra indignación por la falta de humanismo, que hoy se le da a la labor docente, utilizando como interlocutor principal a los edificios escolares, ruinosos, sin el más mínimo atractivo arquitectónico, edificios tétricos y sin funcionalidad por falta de inversión de los gobiernos en educación. Sin embargo, se usa el heraldo público para la milicia, compra de flotillas de automóviles y cosas superfluo.
Ser profesor(a) es ser uno de los actores más importantes de la obra maestra que se concreta en el aula, logrando un gran éxito a la hora de ayudar al estudiantado a aprender, consiguiendo influir positiva, sustancial y sostenidamente en sus formas de pensar, actuar y sentir, con el único fin de conseguir resultados educativos para la vida.
Ser profesor(a) es jugar un rol extraordinario en la vida del estudiantado y en la existencia misma, es sacar lo mejor de cada educando, es añadir sustancialmente dimensiones comprometidas existencialmente.
“Es una labor de emoción y pasión”.
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