Recientemente algunos medios de comunicación publicaron el ingreso percibido por algunos artistas nacionales en el país, en la conocida plataforma de servicios multimedia Spotify.
Para la RAE, el arte es “conjunto de habilidades, técnicas o principios necesarios para realizar una determinada actividad”.
A excepción de los algunos cantantes quienes perciben ingresos que son digamos lo suficientemente buenos para vivir de esa actividad, para el resto de ellos es comprensible porque no se dedican a este tipo de faenas y se ven obligados a gestionar su sustento a través de otras fuentes, pues al ver las entradas económicas que obtienen la mayoría de ellos es imposible que puedan subsistir únicamente de eso.
Lo más triste es que los pocos artistas que han sobresalido gracias a su arte han tenido que pasar mucho tiempo picando piedra viéndose en la necesidad de ir a triunfar a otros países, pues aquí no existen los medios, el apoyo ni las oportunidades de que su talento les dé de comer. Muchos de los cantantes nacionales han desperdiciado su talento en búsqueda de esas plataformas que les permitan destacarse en este país y conseguirse así, un nombre que les dé acceso a hacerse de una profesión mediante sus cualidades artísticas para vivir decorosamente a partir de allí. Lo interesante de esto, es ver que quienes realmente han triunfado tuvieron que mudarse hasta las plataformas mundialmente conocidas tales como: México, Argentina, España y otros; pero, después de largos periodos de arduo trabajo y sacrificios para continuar buscando un espacio en donde demuestren sus dotes por caminos tortuosos en los cuales la perseverancia es un requisito sine qua non, pues de otra manera muchos se quedan en el camino y en otros casos, les sirven de inspiración para sus composiciones tal es el caso de la famosa composición, “El taxista” del mundialmente conocido Ricardo Arjona y que en muchos casos, esos sacrificios son tan extremos que han provocado divorcios, separación de las familias y el precio a pagar por esa fama es una factura tan alta que no todos están dispuestos a pagar y aquellos que lo hacen quedan con las cicatrices de esos valientes esfuerzos que rayan en la resiliencia.
Desde hace algunos años hay un sinfín de concursos musicales a nivel internacional en donde muchos chapines han logrado la anhelada clasificación para participar y darse a conocer con el objetivo primordial de ganarlo y así, poder catapultarse a la fama para que de esa forma las grandes disqueras los contraten y se hagan notar en el competitivo mundo de la música. Empero, el ganar esos concursos no lleva implícita la oportunidad de un negocio o contrato real, pues en muchos casos esos segundos y terceros lugares son quienes han logrado mantenerse en el gusto popular y triunfan por haber nacido en esa tierra de oportunidades para una industria tan cerrada y que se ha prestado a muchas especulaciones, sin embargo, es de hacer notar que algunos de los famosos como el ídolo de la música ranchera Vicente Fernández, tampoco le resultó fácil hacerse famoso y darse a conocer, pues el síndrome de la zancadilla provoca que quienes están tratando de escalar causen enemistades, se consigan envidias gratuitas y mucho recelo consiguiendo impedir su éxito pues quienes se consideran estar ya en la cima, sienten que los desplazarán.
Carlos Peña, Fabiola Rodas, Paola Chuc y recientemente Nelson Carreras; son algunos de los ilusionados artistas nacionales que han luchado y competido en famosos programas del vecino país México y en Sudamérica – Argentina; pero lo triste de estos talentos es que a pesar de haber triunfado y demostrado sus capacidades en esas reñidas contiendas, al venir a suelo nacional no consiguen el apoyo que necesitan para vender sus éxitos y sonar en las emisoras radiales y/o plataformas multimedia y así, posicionarse en el gusto de la gente, pues aquellos que no están dispuestos a salir de su área de confort dejando atrás a su país de origen y a sus familias con el propósito de alcanzar su sueño y hacerse de un nombre están condenados a sujetarse a una industria local en la que jamás podrán desarrollarse, debido a que es una utopía siquiera pensar que existe la industria disquera en Guatemala y que se pueda llegar a vivir de ella.
Es plausible que haya gente dispuesta a dedicarse a las bellas artes en la música como cantantes, pero realmente, ¿hay un futuro en eso?, desgraciadamente ese talento se ve desperdiciado desde la institucionalidad a partir de los gobiernos y la inexistente industria disquera en el país.
La pregunta final, debiera ser ¿es válido dedicarse a las artes en un país en donde no hay desarrollo en la empresa, el mercado, ni existen los recursos para llegar a ser famoso y que pueda vivirse de este tipo de talentos?
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