Jesús da ejemplo a la humanidad que no se necesita ser militante de un partido político para hacer los cambios que se necesita.
Jesús era un maestro, era El Maestro, quien no necesitaba preparar sus clases, no tenía que leer libros porque él era El Maestro, con un mensaje diferente, fresco, innovador, revolucionario y que se tomaba contra los dirigentes de ese entonces. Con un mensaje espontaneo, equilibrado, objetivo, neutral y sincero, pero con la firmeza para que con argumentos inobjetables. Su mensaje era directo, lucido, sin exageraciones, simples, generosos y desinteresados; su único interés era defensa de Dios y del Reino de Dios.
Ayudaba a los desvalidos y a la humanidad, para que haya un mundo justo donde todos tengamos acceso a los servicios de los pueblos como alimentación, salud, trabajo, pago de impuestos justos, etc. Su mensaje lo transmitía sin desvariar, coherentemente, reflexiva y brillantemente, era decidido, fuerte e imponente. No manipulaba a la gente, no engañaba ni usaba palabras de doble sentido. No era idealista ni soñador, era realista y nunca se desconectó del mundo sensible, vivía en la realidad por más dura que esta fuera.
Sus parábolas eran mensaje de espíritu realista de lo cotidiano de las actividades de la vida, de pescadores, agricultores, de obreros, de los desempleados, de los que ganaban poco dinero, de los enfermos, de las mujeres y sus desigualdades en la sociedad, del hambriento, del rico que no le interesa el pobre, de la madre que está a punto de dar a luz; es decir, de los derechos humanos como los conocemos ahora, Jesús los defendió y se preocupó.
Invocó al amor entre las personas, a todos consideraba sus hermanos como hijos del mismo Padre, hablaba de la universalidad y la fraternidad. Daba prioridad al valor ético, al interior de cada persona, prometiendo el reino donde pobres, afligidos, humildes, pacíficos y perseguidos obtendrán su propia recompensa. Era siempre comprensivo con la debilidad humana, pero no aceptaba la mentira, hipocresía, falsedad, ambición y comodidad.
A pesar de que su mensaje abarcaba a todos y su palabra se leía como actos políticos, supo trascender a la política y su accionar era un llamado de atención a los abusos y violaciones de la misma política que escudándose en la religión hacia política.
Mas allá de la Fe religiosa, debemos de reconocer y aceptar que la lucha por la justicia se traduce en la vida y las predicas de Jesús que constituye el ejemplo de solidaridad y sensibilidad; y, para quienes defendemos los derechos humanos, es una fuente de inspiración.
Jesús crucificado representa el sacrificio de su vida por la nuestra. Sus derechos humanos fueron violados por quienes gobernaban en ese momento, lo tomaron como un revolucionario y delincuente político que trato de poner a la población en contra de sus líderes y crear un nuevo pacto social.
Hoy es necesario consolidar una diferente opción por los pobres, marginados y excluidos, especialmente en un mundo donde cada vez es más mercantilista y consumista desde todo punto de vista. El mensaje de Jesús debe seguir siendo el norte para reconstruir sociedades incluyentes, tolerantes y humanas.
Hasta la próxima semana.
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