En un país como el nuestro en donde un ciego conduce a otro ciego, el tuerto es el rey, vemos como se negocia el futuro de las generaciones venideras en todos los ámbitos, cultural, social, político y económico, a espaldas de la población que duerme el sueño eterno, cansado de todos los vejámenes realizados por seudo líderes que se encuentran al frente del País.
Las promesas que se tenían como posibles soluciones para mejorar las condiciones de la población en general, se va difuminado, prefiriendo realizar grandes contratos con firmas de cabildeo que puedan lavarle la cara al gobierno ante una ineficiente administración pública, esos millones de dólares podrían utilizarse para impulsar mejoras en la red hospitalaria para atender al primer, segundo y tercer nivel de salud, así como, proporcionar a los estudiantes medios tecnológicos para mejorar el aprendizaje.
La “limpieza de imagen” no es cosa de conciencia, es de acción, no se puede profesar reosofismos encubiertos por ensartas que simulan que no existe corrupción, amiguismo, tráfico de influencias, aprovechamientos de las arcas gubernamentales, se trata de adecuar todo para presentar la mejor cara de la moneda, pero que, a fin de cuentas, sigue conservando todos los errores y defectos de los gobiernos antecesores.
No cabe la menor duda que se han creado distractores para la población, con el fin de seducirles con series cada vez más intrigantes, para no buscar respuestas que puedan mejorar la vida o que puedan darle respuesta al movimiento de miles de millones de dólares que controlan la mente de los seres humanos, alternativas irracionales que imponen consumir cualquier sucedáneo que permite neocolonizar para olvidar el pasado milenario.
Es importante preguntarnos: ¿por qué la población se encuentra en una situación tan precaria? En un país tan rico de microclimas, de población tan laboriosa, de frutas, verduras, legumbres, tubérculos, granos entre otros, cultura milenaria, pero con una dirigencia tan ciega, que invierte en capital físico, calles, rehabilitación y construcción. Pero que se olvida del “Talento Humano” que es el futuro esperanzador.
Me niego a creer que no exista un camino para transformar a la humanidad, además, no puedo creer que existan colectivos humanos dispuestos a contribuir a reformar la Nación, ante las amenazas colosales destructivas de la cultura, sociedad, política y economía, a través de disfraces funcionalistas que convierten a los alfabetos en analfabetos potenciales, retornando a las supersticiones atroces del bien y el mal, cubiertos por el puritanismo fundamentalista.
Debemos ser una sociedad de pasión y emoción por la vida, que pueda contagiar el cambio, no prediquemos concientización, practiquemos la acción para que las futuras generaciones tengan un mejor futuro.
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