Estados Unidos (EE. UU.) tiene más armas que cualquier otro país. Se calcula que hay 400 millones de armas en circulación, es decir, hay más armas que personas en el país y los estadounidenses acumulan casi la mitad de todas las armas de propiedad civil en el planeta. El país con el número de armas más grande después de EE. UU. es la India, con 46 millones de armas en una población de más de 1.200 millones y para nada aparece en la lista de los 5 primeros países con más tiroteos masivos.
Desde comienzos de 2022 a la fecha y según un reporte de la organización Gun Violence Archive (GVA) se han producido en EE. UU. 213 tiroteos masivos y 10 asesinatos en masa. En 5 meses se tiene la cifra de 17, 202 personas fallecidas por armas de fuego de las cuales 7 mil 632 perdieron la vida en asesinatos, por disparos no intencionados o autodefensa, mientras que 9 mil 570 se suicidaron con un arma de fuego.
La conmoción por el tiroteo del pasado 25 de mayo que cobró la vida de 19 niños de entre 7 y 10 años, además de dos maestras en la escuela primaria Robb de la localidad de Uvalde, y con más del 90% del estudiantado proveniente de la comunidad latina, no fue impedimento para que muy cerca de este lugar la poderosa Asociación Nacional del Rifle (ANR) -de los principales financistas del partido Republicano- iniciara su convención anual dos días después de esta tragedia. Este grupo que defiende a ultranza el “derecho” a portar armas, tuvo como uno de sus invitados al expresidente Trump quien lejos de arengar por un cambio de leyes para exigir mayores requisitos para adquirir armas, reclamo que lo que EE. UU. necesita es un cambio drástico en la manera de gestionar la salud mental de su población.
Cada vez que se registra un tiroteo masivo se abre paso una reiterada petición: legislar el control de armas: sin embargo, los demócratas bajo el liderazgo del presidente Biden y quienes apoyan esta urgente legislación se tropiezan con la fuerte resistencia de la ANR quienes justifican su postura por la Segunda Enmienda de la Constitución que protege «el derecho a poseer y portar armas» que es la base para que existan pocas limitaciones para adquirir armas.
A pesar de que la población estadounidense coincide en que hay que endurecer las leyes de control de armas, los senadores republicanos no quieren debatir estos cambios necesarios, ya que responden desde hace varias décadas al poderoso lobby que la ANR y sin importarle lo que muchos de sus electores demandan. Aunque no son los únicos, también está la Fundación Nacional de Deportes de Tiro, que ha gastado más dinero que la ANR para presionar en Washington D.C. en contra de las medidas de prevención de la violencia con armas de fuego.
Por ahora no se ve una luz al final del túnel que regule el acceso a estas armas. Mientras tanto, ojalá que no nos crucemos en el momento, ni en el lugar; y, tampoco en la hora de lo que pueda ser una nueva tragedia masiva con armas de fuego.
Hasta la próxima semana.
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