Las crisis políticas acaban con la esperanza de tener estados justos. Sin embargo, las sociedades deben de auto reconocer que sus propias realidades sociales, políticas, económicas, culturales, etc. están marcadas por grandes y profundas controversias, las mismas que a su vez deben ser las que inciten a trabajar para que las generaciones actuales y futuros desarrollen su creatividad y originalidad para que de modo habitual, descubran e implementen soluciones siempre mejores que las que se vienen dando; que perciban la realidad, sea la que sea con objetividad; y, no ser arbitrariamente selectivo y distorsionador, en la percepción de la misma.
Las crisis políticas generan incertidumbre. Sin embargo, las sociedades para que sean justas deben de vivir hondamente los valores humanos, defender la verdad y alejándose de las inauténticas ficciones sociales deben de defender su propia libertad, no para sacar ventaja, sino para vivir con más autenticidad, creatividad y generosidad, con actitud de servicio a los que nos rodean y al país; y, trabajar para no ceder al ciego afán de poder y de dominio sobre los demás y tener superados el egoísmo y la vanidad narcisista.
Las crisis políticas afectan al desarrollo de los países. Sin embargo, debemos profundizar nuestra conciencia ética para sentir, vivir y promover los grandes principios humanistas; la sublime dignidad de todo ser humano, el respeto activo y profundo que cada uno merece, la comprensión de los conglomerados sociales distintos del propio, tener sensibilidad humana para no pasar de largo ante el dolor; y, preocuparnos creativamente ante las situaciones sociales de incultura, desnutrición, desempleo y de las injusticias endémicas que laceran a muchos de nuestros hermanos.
Las crisis políticas deshumanizan a la humanidad. Sin embargo, nos reta a actuar con justicia para lograr cambios que permitan reconvertir a los estados para que sean justos y superen las grandes crisis institucionales insospechadas.
Las crisis políticas asesinan. Sin embargo, nos da una oportunidad para vigilar a que la ley se cumpla y la justicia no sea injusta y evitar que quienes asesinan por sus políticas sigan engañando con discursos populistas y engañando con promesas falsas que lo único que han generado es el descredito del activismo político y el rechazo a los políticos.
Las crisis políticas son una oportunidad para reflexionar si desde las sociedades estamos cumpliendo con nuestro deber de exigir a que los gobiernos sean justos a través de políticas públicas coherentes, humanas y necesarias para superar la gran desconfianza y resentimiento que muy justificadamente sienten las grandes mayorías contra sus liderazgos. Las crisis políticas debemos convertirlas en oportunidades para transformarnos como personas y así transformar a las sociedades.
Hasta la próxima semana.
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