Parte III
“Los maestros como proletarios intelectuales
Manuel Galich
no deben ambicionar estancarse en una cómoda existencia de burgueses,
sino poner atención a los agudos problema administrativos y educativos.
Hay que luchar por la justa promoción
mediante el cumplimiento del escalafón, la estabilidad en los cargos y empleos.
El derecho al Seguro Social y la defensa gremial contra el avance del empirismo”
El docente como profesional en su evolución histórica se ha visto sumergido en una serie de fases tales como el docente natural cuya función era la transmisión de conocimientos de forma unidireccional, otra faceta lo constituye el docente artista cuya experiencia se centra en el manejo de técnicas pedagógicas y su experiencia la aplica para desarrollar mayor potencialidad en el estudiantado.
Con el transcurrir del tiempo la formación ha sido inminente y las necesidades de renovar los modelos pedagógicos desde lo tradicional han planteado nuevos enfoques que van de la mano con el proceso globalizador, surge entonces el docente científico con una perspectiva tecnológica bajo un paradigma de la pedagogía de la respuesta y condicionado el proceso educativo bajo una visión mercadológica dentro de un paradigma neoevolucionista.
En el complejo contexto que vivimos se establecen nuevas arenas pedagógicas que requieren de perfiles que respondan a las necesidades instrumentales de la educación por lo que se incorporan nuevos patrones psicopedagógicos en los docentes, mediador-animador-terapeuta, que deben de encargarse de la formación a través de las competencias con fines de egoístas, las cuales premian a los más competitivos y destruyen a los no competitivos.
Es por ello que el docente debe ser un Educador Profesional asumiendo la misión de encabezar la revolución cultural que transforme la vida, habilidades y actitudes de la comunidad educativa; trasformando la escuela (universidad) en instituciones solidarias y comprometida con lo humano, lo social, lo cultural, lo espiritual, lo ecológico y lo ético.
EL docente debe renovarse debe aprender inventando y creando desde su propio contexto, su práctica le permite construir nuevos caminos para no perecer imitando los conocimientos impuestos desde la colonialidad, no es posible emular otras formas de aprendizaje las cuales se alejan de nuestra forma de vida, pues siempre fuimos, seremos y somo totalmente diferentes.
El docente debe ambicionar nuevas utopías que emerjan de su cosmovisión, de sus saberes históricos, que permita una educación para la felicidad, formando nueva ciudadanía dentro de un marco de verdadera democracia, con un modo de vida sostenible y sustentable. El estudiantado no se educa con respuestas prefabricadas la realidad se transforma con preguntas formuladas y construidas colectivamente que nunca se han hecho dentro sobre la realidad existente.
El docente debe implementar un conocimiento significativo emergente que permita el intercambio de experiencias, en donde se pueda abrir un verdadero diálogo de saberes de acuerdo a los contextos multiétnicos, pluriculturales e interculturales en un marco de convivencia pacífica y de paz.
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