Con “el colonialismo, comienza no solo la organización colonial del mundo, sino simultáneamente la constitución colonial de los saberes, lenguaje, memoria e imaginario”.
(Lander. 1997. p. 16)
El proceso de colonialismo tan profundo e integral que se produjo, hizo que, a partir del arrasamiento de todo el universo cultural y el hombre mismo de América, se considerará como válido y existente lo que venía de las metrópolis europeas.
Dentro de este proceso, las clases opresoras encuentran su hábitat, puede establecerse la existencia de una identidad que se produce en determinados sectores colonizados (las élites culturales intelectuales) en el sentido de que, si toda la dominación ha venido de afuera y aunque parezca absurdo existente una gran admiración, se considera y se siente que la liberación vendrá de afuera.
La conquista base de la colonización debe de considerarse como el hecho histórico generador de la violencia opresora, que sólo va adquiriendo con los siglos diferentes modalidades y matices, por su parte, el Sistema Educativo Nacional va adecuándose a la estructura temporal, sin perder su esencia y objetivos.
Dicho de otra manera, no se introduce algún plan, programa o proyecto educativo que estudie en profundidad los temas sobre los vejámenes realizados durante la época colonial, mucho menos la historia mediata de las torturas, los asesinatos masivos, las desapariciones de estudiantes universitarios, docentes y profesionales, ocurridos durante los 36 años de lucha armada, los cuales solo forman parte de una larga cadena de hechos históricos su desconocimiento son parte perfecta de la estructuración y su sentido es: la perpetuación del sistema colonial, racista y discriminador.
La violencia pasada (encomiendas, leyes de trabajo forzoso, etc.) y el sistema de opresión, coerción y represión existentes en las fincas hoy en día, relacionadas con la explotación agrícola, en las urbes y en los cinturones rurales, que incluso en los últimos años se han agravado es un hecho general que involucra a todo el pueblo; en donde el ingrediente racista juega su papel de eslabón, o más bien es el yunque sobre el cual se ha golpeado más con la violencia, a los pueblos originarios.
La perspectiva que ofrece la misma violencia en una implicación significativa, como son las manifestaciones de violencia general esposo-esposa, padres-hijos, hermanos-hermanas, vecinos, compañeros de trabajo, autoridades-población etc. no es más que un reflejo y un canal de desfogue de la violencia sufrida de parte de los poderosos y discriminadores, que en el dependiente encuentra dentro del ámbito intimo una forma de manifestar y golpear a la población.
El problema ideológico que ha tenido la posibilidad de desarrollo a través del racismo. Y a lo largo de todo el tiempo que ha imperado, lo ha logrado impregnar a la sociedad por completo, de modo que es una de las bases más firmes y sólidas para mantener el actual sistema de explotación e ignorancia en Guatemala.
Ese elemento que inicialmente era un instrumento de explotación se convierte después en instrumento también de división, y lo utiliza el sistema para dividir a los explotados. Progresivamente va abarcando en la práctica una gran cantidad de aspectos, que se extienden desde los más generales de la sociedad hasta los más individuales de la personalidad.
Las condiciones de vida a la que han sido sometidos los pueblos originarios son verdaderamente infames e inhumanas, porque no sólo han sido conducido a los cerros y a las montañas, desplazándolos y concentrándolos en los lugares menos productivos, para mantenerlos como un ejército de mano de obra disponible y barata para las fincas y empresas explotadoras. Sino los han considerado como un botín político hilo conductor del Sistema racista explotador guatemalteco que ha estado presente durante toda la historia.
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