Desde el 6 de noviembre hasta el día 18 se está desarrollando la 27 Conferencia sobre el Cambio Climático (COP 27) en Sharm el Sheij, Egipto y cuyo objetivo es que entre todos los países se tomen medidas para alcanzar los objetivos climáticos colectivos acordados en el marco del acuerdo de Paris y la Convención y revisa los resultados de la COP 26 para adoptar medidas en ciertas cuestiones esenciales para hacer frente a la emergencia climática, que incluyen desde la reducción urgente de las emisiones de gases de efecto invernadero, el fortalecimiento de la resiliencia y la adaptación a las consecuencias inevitables del cambio climático, hasta el cumplimiento de los compromisos de financiación de la acción climática en los países en vías de desarrollo..
Uno de los principales problemas de la humanidad consensuados como tal son los relacionados a los ambientales.
Las reflexiones en las grandes cumbres internacionales como esta COP 27 tratan de hacer un llamado e implementar soluciones para sobrevivir como humanidad, aunque en algunas seguiremos escuchando magistrales alocuciones en extravagantes reuniones de buenas intenciones, pero con pocos compromisos para hacerlos realidad.
Vivimos en la mayoría de países una insuficiente cultura ambiental, carentes de políticas de desarrollo que integre en el uso sostenible de los recursos y preservación del ambiente; diversidad de enfoques sobre el equilibrio entre necesidades humanas y conservación; inadecuada institucionalidad y recursos para el manejo ambiental; uso inadecuado del suelo por carencia de un régimen de ordenamiento territorial; deforestación descontrolada y corrupta en muchos casos; erosión acelerada del suelo; contaminación del aire, agua, suelo y alimentos; problemas en el desarrollo de recursos hidráulicos y manejos de cuencas, áreas silvestres y diversidad biológica, recursos marinos, costeros y utilización de los diferentes componentes del sector energético, etc.
Al margen de las discusiones internacionales -a veces con demasiado auspicio, pero con pocos resultados- nuestras sociedades deben de buscar un balance entre la satisfacción de las necesidades humanas y la responsabilidad de preservar nuestro entorno, a través de la utilización sostenible de los recursos naturales y la protección y restauración del ambiente.
Son necesarias políticas públicas para una profunda y sensible educación ambiental y fomento de la participación ciudadana; recuperación y preservación del recurso agua; promoción del uso sostenible del recurso bosque; fortalecimiento de los derechos de propiedad del suelo; fortalecimiento de las instituciones responsables de la gestión ambiental y de la aplicación de las leyes ambientales nacionales e internacionales; y, sobre todo, asumir nuestra responsabilidad como humanidad.
El calentamiento global esperado en las próximas décadas podría convertir algunas de las fuerzas de la naturaleza -que nos protegen en la actualidad- en nuestras enemigas, ya que cada año, los bosques, océanos y suelos de la Tierra absorben alrededor de 4.500 millones de toneladas de carbono que, terminarían en nuestra atmósfera y aumentarían las temperaturas.
Para muchos científicos, el efecto invernadero es un concepto mortalmente serio y creen que no estamos lejos de cruzar un umbral, en los siglos venideros, que conducirá a temperaturas calientes y un altísimo nivel del mar, incluso si los países logran cumplir con sus metas de reducción de CO2, al parecer ese es un camino irreversible.
La comunidad internacional debe dar la pauta para que la tarea de sobrevivencia ante los embates de la naturaleza sea menos grave, los Estados deben de comprometerse en crear políticas públicas que permitan cuidar el medio ambiente y las sociedades deben ser educadas para responder ante estas necesidades. Ya no se trata solamente de la política, se trata de un ejercicio por la extensión de la humanidad.
Hasta la próxima semana.
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