Puede que los albergamos ideales que, nuestros sueños más anhelados y nuestras más fervientes esperanzas no lleguen a cumplirse mientras vivamos. Pero eso no importa. Saber que en tu día cumpliste con tu deber y estuviste a la altura de las expectativas de tus congéneres es por sí misma una experiencia gratificante y un logro magnífico
Nelson Mandela 1 de abril de 1985
La real sabiduría se encuentra en el fondo de la conciencia de cada docente que se entrega sin pedir nada a cambio, es como el amor verdadero que está en el fondo del corazón, el verdadero docente es quien se dirige a despertar el espíritu soñador de los estudiantes, que dista de las enfermedades ambiciosas del poder.
El docente escribe sobre un manto inmenso lleno de sufrimiento, llanto, tristeza, venganza, odio, hambre, dolor, enfermedades construidas por la degeneración y consecuencias producidas por la corrupción y polución de quienes se visten con las ropas del pueblo para su propio veneficio.
Estas enfermedades que produce el sistema no dependen de las enfermedades de los cuerpos, sino de la falta de vista, de oír, de sentir y de pensar como poder cambiar el avance de las estructuras maliciosas que impiden el avance de la verdad, de la ciencia, justicia, pero sobre todo la fe, alegría de vivir y de brindar amor.
Son los docentes los únicos en poder salvaguardar en estos tiempos de violencia epistémica y de convertirse en los héroes del cambio, ante la soledad, la muerte, la enfermedad y la pobreza, sufrimientos propios del ser humano creada por la galopante y grotesca necesidad del tener y hacer sobre el verdadero “Ser”.
Hoy debemos luchar en contra de la violencia económica, que esta siendo generada por el aprovechamiento de los conflictos y explota a los más desposeídos, además hoy se ve una violencia cultural, política, social y religiosa. Mismas que han convertido a la población mundial en esclavos del siglo XXI.
Hemos perdido en esta batalla la lucha contra la verdadera educación, ya que los problemas dados en la sociedad se han traspalado a la “Escuela” pues los padres y madres han dimitido su obligación de educar, transfiriéndola a los docentes quienes tienen toda la disponibilidad e inspiración del bienestar, la visión ética, el sentido social, la responsabilidad social para atender a la niñez, juventud y adultos en su transformación personal.
El docente crea los espacios de convivencia de tal manera que el estudiantado no se sienta como en jaulas en la escuela y pueda desarrollar el conocimiento y habilidades que los convierta en verdaderos ciudadanos de bien, esto es algo que solo lo puede generar el profesorado, que muchas veces ha sido humillado, despreciado, agredido y usado por los seudo lideres sindicales y la misma sociedad.
La admiración es para los docentes que están contribuyendo continuamente a crear espacios de cambio, en el que la niñez, juventud y adultez, transforman su forma de reflexionar, analizar, sintetizar y construir un mundo mejor y digno para todos.
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