En marzo de 2020 decía Alejandro Giammattei “los guatemaltecos tienen la suerte de tener como presidente a un médico, porque sé lo que hago para hacerle frente a la pandemia del COVID-19”. Para esas fechas todos estábamos a la expectativa de sus acertadas decisiones para el combate de esta crisis sanitaria que sorprendió al mundo y Guatemala no ha sido la excepción. A como estamos ahora, creo que si tuviésemos al frente del ejecutivo a un profesional de cualquier ciencia o a una persona que ostente otro oficio pero que por encima de su profesión u oficio, prevalezca el interés del servicio hacia la población que le ha dado su voto de confianza en las urnas electorales, tendríamos otro panorama y no el de la campante corrupción de Giammattei.
El mal manejo de la pandemia obedece puntualmente a las ansias desmedidas de poder, de recuperar la inversión de cuatro campañas electorales y el pago de favores políticos pactadas en ese entonces (que dicho sea de paso, no pagó él porque uno de sus financistas le proporcionaba los pocos trajes que tenía, puesto que el ciudadano Alejandro Giammattei estaba en quiebra financiera y no tenía los recursos para costear ni los atuendos dignos de un presidenciable) por el ahora jefe del ejecutivo del país. De tal manera hoy quienes pagamos su desmedido amor al dinero que ha provocado muchos muertos por esa sed de darle a los suyos lo que no tenían, construyendo carreteras sin beneficio colectivo más que el propio quizá porque casualmente una de esas carreteras comunican directamente a la nueva vivienda del mandatario, en donde se hacen sendas y ostentosas reuniones pagadas con los préstamos millonarios que él hizo para atender la emergencia derivada del virus definido por la Organización Mundial de la Salud como, » la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Tanto el nuevo virus como la enfermedad eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019″.
Los médicos del Hospital Nacional Roosevelt en Guatemala han hecho declaraciones hace dos días diciendo que están al cien por cien de su capacidad de atención, carentes de toda clase de insumos médicos y de atención profesional, haciendo un llamado al mandatario y al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social a atender las necesidades (las cuales ya les han hecho llegar pero no han sido atendidas) para que cada paciente que ingrese no se deje morir por falta de oxígeno, porque no hay una cama para que sea internado en un nosocomio del país.
Dentro del Hospital instalado en el Parque de la Industria de la ciudad de Guatemala, expresa un paciente “si los recursos se utilizaran correctamente por lo menos la gente estaría cómoda en una cama recibiendo oxígeno y el tratamiento necesario. Los pacientes pasan hasta cuatro días mal sentados en una silla plástica recibiendo oxígeno. Es un trato inhumano. Las personas que ya vienen con la enfermedad (COVID-19) en una etapa muy avanzada entran al cuarto de shock y a pesar del esfuerzo humano que hacen los médicos, enfermeros y el personal del hospital, esos pacientes salen en una bolsa plástica. Hay gente joven que pudo salvarse y estar con vida en este momento, con solo haberse vacunado a tiempo. Yo vi morir a cinco personas frente a mí”.
En las últimas semanas muchos guatemaltecos han salido a las plazas de todo el país reclamando la renuncia del Presidente de la República, esas exigencias obedecen al descaro, prepotencia y la imperante corrupción en la red hospitalaria del país, la carencia de vacunas para los guatemaltecos porque hasta el momento no se superan los 3 millones de vacunados, con dosis producto de la donación de cooperación internacional que se han ocupado más que nuestro gobierno en la crisis que atraviesa el país a causa de este mortal virus.
El 14 de enero de 2020 un recién electo Presidente de Guatemala arribaba al Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias en compañía de su hija y la presencia de sus dos hijos varones quienes orgullosos presenciaban la toma de posesión de su padre lo oían diciendo al pueblo, “a los corruptos los que han sangrado al Estado guatemalteco a través de la corrupción. Hoy les digo, se acabó la fiesta del despilfarro”, (quien tras cuatro procesos electorales en los que había participado, al fin conseguía el tan ansiado título de jefe del ejecutivo). Presidente, piense que sería muy triste para usted y su familia, que en sus precarias condiciones de salud, termine sus días en Mariscal Zavala, ahí tiene los antecedentes del gobierno presidido por Otto Pérez y Roxana Baldetti.
¡Guatemala ya no aguanta más! Los servicios de salud están en pésimas condiciones, a los médicos y personal sanitario no se les pagan sus salarios, los pacientes no son atendidos como deben. Presidente la patria le reclama que cumpla con su mandato constitucional de proteger a la persona y a la familia para garantizarle a los habitantes de la República la vida, y si no puede, dé un paso atrás y entregue cuentas a la justicia nacional para que un ciudadano con amor a la patria y con ganas de servir al pueblo y no de servirse de este, sí nos garantice oportunidades para todos sin distinción alguna, calidad de vida y acceso a los servicios más básicos a los que tenemos derecho como guatemaltecos trabajadores que cumplimos con nuestros impuestos responsablemente.
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