Desde el 16 de marzo de 2020 el sistema de educación de todo el país se confinó a recibir clases de forma virtual ante la crisis sanitaria mundial que vivimos, de la cual Guatemala no ha sido la excepción. El COVID-19 ha traído cambios en la vida cotidiana del ser humano y a algunos nos ha costado más o menos la adaptación a un sistema de vida en el que las libertades de continuar con nuestras rutinas se han visto coartadas por el temor al contagio directo o a la propagación del mortal virus.
El tema de la educación presencial sigue siendo controversial y álgido en sistemas educativos como el nuestro, por muchos aspectos.
Muchas escuelas y establecimientos públicos de educación del país no cuentan con la infraestructura necesaria para recibir a los estudiantes de nuevo y tomar en cuenta las medidas de distanciamiento físico que el sARS–CoV-2 requiere para su combate, son aulas pequeñas sin ventilación aunque en algunos casos la ventilación es extrema porque hemos visto imágenes en redes sociales de maestros que tienen que impartir clases debajo de un árbol, o en cuatro paredes sin techos porque las láminas se volaron o nunca existieron, irónicamente no existe atención a saneamiento e infraestructura escolar por parte del Ministerio de Educación de Guatemala -MINEDUC- pero sí lo hay para pagar Q7.1 millones en jardinización de sus instalaciones. El caso de los escritorios (cuando hay escritorios porque en otros casos son los mismos padres de familia quienes deben de llevar el pupitre o mesa y silla para que su hijo no esté tirado en el suelo o de pie durante toda la jornada lectiva) pegados unos a otros y en los extremos con hacinamiento en cada salón de clases que ha sido diseñado para 30 niños y hay más de 70 haciendo imposible la movilidad entre fila y fila creando que todos los alumnos estén en contacto directo. Sumado a la pésima infraestructura y el abandono de las instalaciones porque muchos de ellos, no cuentan con empleados de intendencia y servicio que brinden áreas limpias y desinfectadas, el tema del agua potable y servicios sanitarios para todos los niños y jóvenes, es una más de las debilidades con las que se enfrentan día a día personal docente, administrativo y alumnado en general.
En Guatemala según datos del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social –MSPAS- hasta el 01 de septiembre hay un total de 4.508.175 dosis aplicadas, 3.310.257 de personas vacunadas y 1.197.918 de personas con las dos dosis. Con estos datos podemos hacer un análisis profundo sobre el oportuno regreso de los menores a las aulas en nuestro país, porque independientemente de que el magisterio nacional cuente con las dos dosis de la inoculación, debemos de tomar en cuenta que las nuevas cepas del virus han estado presente y atacando precisamente a niños en edad escolar, niños que por más que se les haga saber que deben quitarse la mascarilla únicamente para comer o beber agua pura y tener 2 metros de distancia entre cada persona y ellos, lavarse las manos con agua y jabón y en su defecto usar alcohol en gel, su misma naturaleza de infantes y adolescentes les hace proclives al contacto con sus compañeros y dejan de lado esas medidas que son imprescindibles en este momento. Y qué decir, de si los maestros podrán hacerse cargo de un grupo tan numeroso y que acaten ese tipo de disposiciones ante sus recomendaciones.
Podríamos hacer comparaciones de la vuelta a clases presenciales en Japón, el caso de ellos es digno de mencionar, porque el Ministerio de Educación empleó a docentes retirados y a estudiantes de grados superiores por tiempo parcial, además se contrató a más enfermeras, psicólogas, trabajadores sociales y consejeros para alumnos, hubo apoyo para cubrir gastos de transporte y se asignaron recursos a las escuelas para comprar desinfectantes, termómetros y equipo de ventilación. Con esto han conseguido que los estudiantes desde preescolar hasta el bachillerato estén en los establecimientos de forma segura y que solo un 5% de los contagios que han habido sean dentro del edificio escolar.
El caso de España, país que se ha visto seriamente afectado por la pandemia para la vuelta a clases presenciales ha creado el coordinador COVID-19 por centro educativo. Se les suministrarán equipos de protección individual para tratar con casos sospechosos y posibles, realizan pruebas de test de anticuerpos a todos los docentes y personal de apoyo de la educación pública y concertada al inicio del curso escolar, pruebas PCR a los alumnos y profesores de los centros de Educación Especial, tanto al inicio del curso como a lo largo de éste de forma periódica, los centros educativos dispondrán de termómetros rápidos para que puedan tomar la temperatura de sus alumnos, mascarilla obligatoria en el centro educativo para los alumnos a partir de 6 años en el centro educativo, incluida en las clases. Los centros educativos fueron dotados de agua pura embotellada, mascarillas y alcohol en gel para toda la comunidad educativa.
Hemos visto al señor Presidente y la señora Ministra de Educación inaugurando recientemente un par de escuelas que han construido que únicamente albergan a 300 estudiantes de algunas comunidades del país, les han quedado bonitas esas construcciones sí, pero y qué pasa con el resto de edificios educativos del país que necesitan remozarse, repararse, algunos si no muchos deben hacerse las introducciones del vital líquido. Es imprescindible que con esta vuelta a clases de forma presencial haya una estrategia de forma escalonada y no en el primer día pretender que todos asistan con normalidad, deben suministrarse a los centros con alcohol en gel, mascarillas, agua potable, jabón líquido para toda la comunidad educativa que refiere el MINEDUC son 32 mil 624 centros públicos que incluyen pre-primaria, primaria, básico y diversificado.
Es urgente plantear una estrategia de educación a partir de la pandemia, una propuesta efectiva para un sistema híbrido de clases y efectivo para que los niños y jóvenes reciban educación de calidad que los convierta en los profesionales competitivos que nuestra sociedad está urgida de tener y salir de esa mediocridad en la que los maestros imparten lo que quieren cuando quieren y como quieren.
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