A mayor corrupción, mayor migración, más desigualdad y pobreza, traducidos todos en dependencia de otros.
Los guatemaltecos radicados en el extranjero enviaron un total de 8.320,5 millones de dólares en remesas hacia nuestro país, en los meses de enero a julio de 2021.
7,655,270 es el número de vacunas suministradas entre primeras y segundas dosis contra el COVID-19, de ese número, el 68% han sido donadas por Estados Unidos, España, Israel y México.
En el primer año de gobierno del presidente Alejandro Giammattei, Guatemala marca historia nuevamente al obtener el puntaje más bajo desde que se mide el Índice de Percepción de la Corrupción -IPC-. Actualmente, respecto a corrupción nuestro país presenta estos datos: El -IPC-, elaborado por Transparencia Internacional, evaluó a 180 países, en el caso de Latinoamérica y el Caribe fueron 31 naciones, Guatemala está entre las cinco posiciones más bajas de la región junto a Honduras, Nicaragua, Haití y Venezuela.
Manfredo Marroquín, de Acción Ciudadana, “a nivel global el país queda por debajo del promedio de la región peor calificada a nivel mundial, la Subsahariana de África, que tiene una calificación de 32 puntos. Guatemala comparte posición con Irán, Líbano, Madagascar y Nigeria, naciones que se caracterizan por tener economías colapsadas, estar en guerra y gobiernos autoritarios”.
Pese a que el presupuesto del Ministerio de Educación –MINEDUC- para el 2021 tiene un techo de poco más de Q18 mil 682 millones, es el gasto más alto del Estado, muy por encima de los gastos de los ministerios de Comunicaciones, Salud y Gobernación, no podemos vanagloriarnos del servicio que esa cartera le presta a los guatemaltecos y les diré por qué. Abelardo Medina, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales -ICEFI-, explicó que Guatemala se ha caracterizado por tener la inversión en educación más baja de Centroamérica respecto al producto interno bruto –PIB-. El nivel de escolaridad en Guatemala es sumamente bajo, el Instituto Nacional de Estadística -INE- estima que el promedio es de solo 2.3 Años. Las oportunidades de acceso y permanencia en el sistema educativo no se encuentran al alcance de la mayoría de la población de Guatemala, esto era antes de la pandemia. Y si analizamos el contexto de la educación a distancia nos daremos cuenta que ahora está mucho peor, porque debe de ser mediante herramientas tecnológicas dependientes de la conectividad a internet y a dispositivos tales como computadoras, tabletas electrónicas, teléfonos celulares, audífonos y un espacio físico que les permita recibir sus clases cuando el maestro se conecta para atender a grupos de más de 50 alumnos teniendo que sortear que las empresas que distribuyen el servicio de internet fallan y se desconectan con mucha facilidad y frecuencia, la voz del docente no es la más apta para que los alumnos oigan y capten la información todo el tiempo, no podemos hablar de un sistema de educación efectivo y con una cobertura para todos hasta los espacios más distantes de la capital del país en donde la señora ministra y sus viceministros están cómodamente sentados sin analizar que en la Guatemala profunda como decía un slogan de campaña de 2019, no hay atención del Estado, por el contrario, hay olvido, hay marginación, hay desatención, es decir, hay un estado fallido que sí exige el cumplimiento de impuestos, que sí exige el cumplimiento de un compendio de leyes que inician con la Constitución Política de la República –CPRG-, y que a cambio no les dan nada de lo que esas mismas normas le garantizan al ciudadano guatemalteco desde su concepción de ser humano.
El Instituto Guatemalteco de Seguridad Social en Guatemala -IGSS-, recibe el aporte del patrono equivalente al 10.67% calculado sobre el sueldo del empleado, la cuota laboral o del trabajador es 4.83% sobre su sueldo la cual se le descuenta cada mes al trabajador. Cualquier trabajador que asiste por emergencia o quiere hacer una cita en la consulta externa, padece de la enfermedad más de la mala atención que dan algunos de sus trabajadores, los cuales al estar allí dentro pierden la humanidad característica de seres humanos que son, antes de ser trabajadores de esa institución netamente social. No hay medicamentos, los tratamientos adecuados para la enfermedad del empleado no son recetados, y las citas las hacen para 3 meses después de su solicitud. Ante ese triste panorama el trabajador vuelve a pagar el servicio, y sí, vuelve a pagarlo porque acude a un médico particular ante la inoperancia del servicio del IGSS.
Con este sombrío panorama nacional, me pregunto ¿de qué libertad e independencia hablarán el presidente y el sector político de nuestro país?, ondeando banderas que se quedan en el mero acto sin tener la trascendencia del significado de la izada y arriada de nuestro hermoso símbolo patrio que aparte de identidad, nos honran con la soberanía que dice nuestra CPRG que tenemos, pero que gracias a esos malos guatemaltecos encabezados por el jefe del ejecutivo hemos perdido.
No tenemos independencia porque esperamos a que nos digan qué, cómo, cuándo hacer o no hacer o de lo contrario los aportes de la comunidad internacional dejan de llegar, y empiezan las negociaciones que evidencian cada vez más, la incapacidad del presidente para sentar precedentes que hagan de Guatemala un país con certeza jurídica, atractiva a los ojos del mundo para que quieran y se peleen por invertir y ser guatemaltecos y que se establezcan aquí las grandes industrias, el comercio internacional, que se presenten los servicios a nivel global y que se refleje en la generación de empleo, de mano de obra calificada que permita que nuestros hermanos se queden y no expongan su vida migrando y dejando a familias rotas propiciando la creación de maras que desestabilicen a la sociedad con crimen organizado y que piensen que el narcotráfico es una salida a sus problemas económicos, sociales y familiares.
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