“Humanistas de corazón”… con esta oración nos da la bienvenida en el portal web este colegio profesional que agremia a los más de treinta mil profesionales egresados de las diferentes universidades autorizadas legamente en el país, para que al nada más se le otorgue el título que lo acredita como profesionista de la diversa gama de ciencias que aquí convergen, llegue a registrarse y que le asigne un número de colegiado, por supuesto que para este burocrático trámite se realice con éxito, el nuevo colega debe viajar desde cualquier municipio del territorio nacional, en carro propio, en autobús, o con algún grupo de amigos para hacer una colecta y compartir gastos de combustible (dicho sea de paso en este momento el @guatemalagob nos ha incrementado los precios y los tiene por las nubes, quizá es para obligarnos a hacer más ejercicio y que dejemos los vehículos guardados con el objetivo de limpiar el ambiente de tanta polusión), con mucho gusto y orgullo de tener su título profesional, va y paga el derecho a estar dentro de ese registro profesional. Esperaríamos una cara grata, amable que nos dé la bienvenida, pero no es así, por el contrario son eternas colas de pie sin la más mínima atención gentil porque “es humanidades”.
El humanismo, significa valorar al ser humano y la condición humana. Se relaciona con la generosidad, la compasión y la preocupación por la valoración de los atributos y las relaciones humanas.
Llegar a la sede del Colegio de Humanidades ubicado en la zona 15 de la ciudad capital desde que dieron inicio las restricciones de locomoción y aforo en espacios cerrados a consecuencia de la pandemia del COVID-19, ha sido una letanía hacer las diversas gestiones administrativas en sus oficinas, las cuales mantenemos los agremiados con nuestros pagos anuales. La atención que nos brindan es pésima, tardía, lenta y nada cordial. Tienen habilitadas las líneas telefónicas, la página de Facebook y un número de WhatsApp para responder inquietudes, dudas y aclarar los procesos que debemos seguir para que se nos brinden constancias diversas por las cuales pagamos pero tal pareciera que están de adorno, porque no responden en ninguna de las tres, porque las instituciones y empresas para las cuales trabajamos, nos exigen la presentación de esos documentos. En esta era de la globalización en donde con un sencillo click en la aplicación del banco elegimos el pago a hacer y el trámite continúa cuando en la página de la institución ingresamos el número de boleta de pago y a nuestro correo electrónico en menos de 24 horas nos hacen llegar el o los documentos pagados.
Albert Einstein, mencionó oportunamente “La diferencia entre el genio y la estupidez es que el genio tiene sus límites“. De aquí que me surge la duda, ¿por qué la junta directiva del mencionado colegio no ha hecho las gestiones necesarias para que en cualquier localidad del país podamos hacer nuestras gestiones y obtengamos pronta y oportunamente los documentos de forma rápida y eficaz?, ¿Qué querría decir el científico alemán con esta acotación?. Hacer pagos y requerir constancias varias en esta institución es una pérdida de tiempo, de energías y de tiempo, los colaboradores son poco atentos y lentos.
Si algún miembro de la actual junta directiva lee mis letras, me gustaría que tomen en cuenta que en Quetzaltenango como en el resto de los 22 departamentos del país en donde vivimos los profesionales que sostenemos financieramente ese ente colegiado, hay muchos comprometidos colegas que pueden dirigir la institución de forma responsable, comprometida y humanista para hacer los trámites en tiempo y orientar a los oficinistas que realizan esas labores a que nos atiendan cortésmente y que no nos hagan perder tiempo ni recursos viajando por horas y muchos kilómetros solo para recoger de forma física, esas constancias que podrían enviarnos a través de correo electrónico sin dar tantas vueltas porque en este tiempo de pandemia en el que los empleos y salarios son pocos y reducidos, se deben optimizar al máximo y considerar que todos quienes sufragamos el salario de cada empleado de esa institución acudimos a solicitar documentos varios por necesidad y no por gusto de hacer viajes o llamadas que no son atendidas con prontitud y esmero, sino por el contrario, nos dejan en la puerta de ingreso del complejo de colegios profesionales con un guardia que nos trata de forma déspota y grosera, y que las muchas llamadas que hacemos nunca son respondidas y que más parece que el teléfono permaneciera descolgado para que no interrumpamos su hora de refacción permanente durante toda la jornada laboral del día.
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