En 1996 la Organización de las Naciones Unidas aprueba celebrar cada 16 de noviembre el Día Internacional para la Tolerancia y desde la UNESCO se adoptó por sus países miembros un año antes, la Declaración de Principios sobre la Tolerancia donde se afirma que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, sino que es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos.
La mencionada Declaración describe la tolerancia no solo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los estados. Sitúa a la tolerancia en el marco del derecho internacional sobre derechos humanos, elaborados en los últimos cincuenta años y pide a los estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades de todos los grupos e individuos de la sociedad.
Si en algo estamos fallando como sociedad es en el valor de la Tolerancia. Para luchar contra la intolerancia la ONU recomienda a los gobiernos aplicar las leyes sobre derechos humanos, prohibir los crímenes y las discriminaciones contra las minorías y garantizar un acceso igualitario a los tribunales de justicia, a los responsables de derechos humanos y a los defensores del pueblo.
Pero también para poder ser tolerantes se necesita educación, ya que la ignorancia y el miedo a lo desconocido nos crean fantasmas donde no hay con actitudes intolerantes; por eso, es necesario que los programas educativos contengan enseñanza sobre la tolerancia y los derechos humanos desde niños y a todos los niveles educativo que tanta falta hacen.
La ONU define la tolerancia como el respeto, el aprecio y la aceptación de la diversidad de las culturas del mundo y de todas las formas en que somos humanos. Es un derecho humano recibir y debe ser practicado no sólo por individuos, sino también por grupos y estados. Los derechos humanos son el núcleo de este pensamiento como tal bajo la premisa de que la humanidad tiene derecho a vivir en paz.
Las Naciones Unidas se han comprometido a fortalecer la tolerancia mediante el fomento de la comprensión mutua entre las culturas y los pueblos basado en la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, especialmente en una etapa en que la humanidad se encuentra inmerso en actitudes extremistas y violentas que van en aumento y en que se amplían los conflictos caracterizados por un menosprecio fundamental de la vida humana.
La injusticia, la violencia, la discriminación y la marginalización son algunas de las formas más comunes de intolerancia. Es fundamental que como sociedad seamos responsables de tener actitudes que ayuden a reducir las percepciones y miradas negativas como única forma de enfrentarnos a la intolerancia, demostrando solidaridad con las víctimas de la intolerancia y desacreditar a quienes fomentan odios.
Hasta la próxima semana.
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