Uno de los pilares fundamentales de la educación debe ser la lucha frontal en contra de todo tipo de violencia en contra sobre las mujeres, una de las expresiones de desigualdad, racismo, discriminación y exclusión de género en el mundo que se comete día a día, en contra de las mujeres. Así fue considerado en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Pekín en 1995.
La escuela y universidades como generadoras de cambio y transformación de conocimiento y valores son estructuras que deben promover y generar cambios reales a través de políticas institucionales que contribuyan de forma real a la eliminación y erradicación de cualquier forma de violencia sistemática hacia las mujeres.
Durante esta nueva forma de convivencia que las familias han experimentado por la Pandemia Covid-19, se tienen datos sobre el elevado número de violencia generada contra las mujeres, sumado a ello la violencia denominada “vicaria”, la ejercida por machistas maltratadores contra los hijos e hijas de las victimas con el único propósito de causar el mayor daño y dolor psicológico posible.
En la medida que desde las instancias educativas sumadas a las políticas trabajan juntamente con las organizaciones que velan por la igualdad y prevención de la violencia contra las mujeres, se erradica todas las formas de violencia, trata, explotación sexual, explotación laboral, y otras formas que atentan contra la integridad.
Es tiempo de implementar y cumplir con la tolerancia cero, contra los diferentes tipos de acoso y violencias, dándole vida a los planes de igualdad, sensibilizando a la población y concientizando al colectivo humano de la importancia que tiene la erradicación de todas las formas de violencia, en las escuelas, universidades y sociedad en general.
La humanidad debe cambiar ese enfoque machista y verticalista que tiene de la mujer, el cual desprecia su aporte, entrega y contribución a la convivencia pacífica, es la “Mujer” la constructora de la Vida, poseedora del conocimiento ancestral, productora de los recursos genéticos, pero sobre todo desde la cosmovisión de los pueblos originarios fue quien hizo posible la existencia del Maíz.
A pesar de todos sus aportes culturales, políticos, sociales y económicos, las mujeres siguen siendo invisibilizadas, quitándoles el prestigio de lo saberes que han trasmitido de generación en generación, lo que ha creado una ruptura con la red de vida y la identidad. Es por lo que como sociedad no debemos solo demandar y victimizar a la mujer, debemos trascender hacia el ejercicio pleno de sus derechos para logra la plenitud de Vida.
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