En 1992 varios países suscribieron un tratado internacional que se denominó la “Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático” (UNFCCC) y estableció las normas y expectativas fundamentales para la cooperación global en materia de cambio climático. Lo que constituía un secreto a voces, se reconocía formalmente la necesidad de controlar las emisiones de efecto invernadero, que son las que provocan el calentamiento global que está detrás del cambio climático.
Con la presencia de 196 países la COP26 de Glasgow, Escocia que concluye el 12 de noviembre será el centro de atención mundial donde líderes políticos, organizaciones no gubernamentales y empresarios se reunirán para debatir qué acciones se pueden tomar para hacer frente al cambio climático.
El Acuerdo de París firmado en el 2015 obliga a los países a actualizar sus planes nacionales de acción climática cada cinco años, lo que coincide con la COP26 y lo que la comunidad internacional espera es que los lideres presenten planes ambiciosos que se acerquen al cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible para el 2030.
Recordemos además que, el Acuerdo de París obliga a los países a informar sobre sus acciones para reducir sus emisiones de efecto invernadero; y, aunque en el 2015 los objetivos iniciales de reducción de emisiones eran demasiado modestos como para limitar el aumento de temperaturas a 1,5 grados, la tarea del COP 26 es que se amplíen estos objetivos con vistas a lograr la neutralidad de emisiones de carbono para mediados de siglo.
Hay un programa bastante ambicioso a desarrollarse y cada día se escucharán a líderes de los gobiernos haciendo un recuento de realizado por sus países y comprometiéndose a avanzar en la agenda global consensuada. Ojalá que no signifique una decepción más para toda la humanidad.
No olvidemos que en el marco de la Asamblea General de la ONU de septiembre pasado, se advirtió de que la revisión de objetivos llevada a cabo por los países no había sido lo bastante exigente, y que eso haría que las temperaturas aumentaran de 1.5 a 2,7. Algunos estudios sostienen que la diferencia entre 1,5 y 2 grados puede significar que ciertos Estados isleños queden sumergidos bajo el mar, la muerte de los arrecifes coralinos, olas de calor extremas, inundaciones, incendios y dificultades generalizadas para obtener buenas cosechas.
Las consecuencias serían las de numerosas muertes prematuras, más inmigración masiva, grandes pérdidas económicas, enormes extensiones de tierra inhabitable y el estallido de conflictos violentos por los recursos y los alimentos; es decir un “futuro infernal” como lo llamó el secretario general de la ONU. Ojalá que los compromisos sean para ejecutarlos y no solo para la foto.
Hasta la próxima semana.
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