En América Latina antes del COVID estábamos habituados a las noticias de siempre -más malas que buenas- y nos comparábamos entre todos para apostar a quien le iba peor gracias a las clases políticas. Con la pandemia, la prioridad de los estados fue en primer lugar evitar los contagios y para ello se encerró a toda la población; y, una vez descubiertas las vacunas, se inició la forma para adquirirlas y trazar planes de vacunación, a la par de buscar alternativas paliativas sociales hasta planes para una reactivación económica. En algunos países funcionó esta hoja de ruta, en otras la ruta sigue siendo más accidentada por ineficiencia y descuido de sus gobernantes.
Al iniciar la segunda mitad del 2021, nuevamente las noticias pre-COVID han vuelto a ser titulares: política, economía, violencia, corrupción, feminicidios, quien dijo qué y qué escribió, con propuestas de leyes buenas y sospechosas; mala administración de justicia, etc. Obviamente, un agregado sobre las noticias COVID no puede faltar.
Muchos países de la región están convulsionados social y políticamente lo que genera un riesgo, mientras quienes las gobiernan tratan de hacer lo que les parece o lo que se les da en gana sin ver más allá de las realidades y demandas sociales y sin buscar un momento de reflexión como estado para que objetivamente se pueda analizar la situación actual de sus países y elaborar un diagnóstico situacional que les ayude a tomar decisiones acordes con los objetivos del Estado.
Un diagnostico como país debería de ayudar para identificar aquellos elementos que sirven como fortalezas y aquellos que son las debilidades de los estados y, sobre los cuales es posible actuar directamente. Es importante contar con objetivos claros y realizables que permitan a todos los sectores unirse para lograr consensos, participación, fiscalización y sobre todo trabajar en beneficio de las grandes mayorías de los países.
Lamentablemente las sociedades rechazan a la clase política que incluyen partidos políticos y a los políticos que han demostrado ser más de lo mismo sin cumplir con sus responsabilidades como cuerpos intermedios de los estados, creando el descontento social que han generado, generan y podrían desencadenar en serios conflictos sociales y políticos.
La toma de decisiones de quienes nos gobiernan debe ser proceso responsable y cotidiano. El Estado toma decisiones permanentemente y para eso es necesario antes de tomarlas conocer, comprender y analizar los problemas históricamente recurrentes para poder darles solución.
Las sociedades ya no soportan que quienes gobiernan desde lo local y nacional enfrentan sus problemas tomando decisiones de forma automática e irracional, y no tienen en cuenta que el resultado de una mala o buena elección puede tener consecuencias en el éxito o fracaso de lo que buscamos como países. Cansados si, rendidos jamás.
Hasta la próxima semana.
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