Definitivamente los estados deben ser gobernados para la justicia y el bienestar, donde sus habitantes puedan desarrollarse con libertad y dignidad, para servir y no servirse, para ser sensibles a los problemas sociales, culturales, económicos y políticos en el que debemos vivir y trabajar, familiarizados con cada cultura y sus problemas; y, conocer y apreciar sus ricos y fecundos valores que hay que explotar y a la vez cuidar.
Actuar con humanidad nos debe llevar a conocer las realidades sociales, políticas, culturales, etc. marcadas por grandes y profundas controversias, las mismas que nos deben incitar a trabajar para que nuestras sociedades actuales y futuras desarrollen su creatividad y originalidad para que de modo habitual, descubran e implementen soluciones siempre mejores que las que se vienen dando; que perciban la realidad, sea la que sea con objetividad; y, no ser arbitrariamente selectivo y distorsionador, en la percepción de la misma.
Actuar con humanidad debe significar vivir hondamente los valores humanos, defender la verdad y vivir en consecuencia y sin claudicar en sus principios; debe ser, sinónimo de ser enemigo de la mentira, de lo falso, de la trampa, de la hipocresía, de las inauténticas fricciones sociales. Debe significar tener la libertad, no para sacar ventaja, sino para vivir con más autenticidad, creatividad y generosidad, tener actitud de servicio a los que nos rodean y al país. Trabajar para no ceder al ciego afán de poder y de dominio sobre los demás y tener superados el egoísmo y la vanidad narcisista.
Actuar con humanidad debe ser sinónimo de profundizar nuestra conciencia ética para sentir, vivir y promover los grandes principios humanistas; la sublime dignidad de todo ser humano, el respeto activo y profundo que cada uno merece, la comprensión de los conglomerados sociales distintos del propio, sensibilidad humana para no pasar de largo ante el dolor; preocuparnos creativamente ante las situaciones sociales de incultura, desnutrición, desempleo y, en general, de las injusticias endémicas que laceran a muchos.
Actuar con humanidad es hacer cambios, guste o no guste; equivocarse, guste o no guste; enfrentarse con los que defienden su holgazanería, guste o no guste; hacer algo por los demás, guste o no guste; ser tolerante con las ideas de los otros, guste o no guste; y, deshacernos de los intereses personales, guste o no guste.
Como escribiera el jesuita Kolvenbach: “La injusticia hunde sus raíces en un problema que es espiritual. Por eso su solución requiere una conversión espiritual del corazón de cada uno y una conversión cultural de toda la sociedad mundial, de tal manera que la humanidad, con todos los poderosos medios que tiene a su disposición, pueda ejercitar su voluntad de cambiar las estructuras de pecado que afligen a nuestro mundo”
Hasta la próxima semana.
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