Los discursos emitidos por los jefes de estados y representantes en la 76 Asamblea General de las Naciones Unidas han servido para reiterar al mundo la necesidad de luchar conjuntamente contra problemas comunes como el calentamiento global y la pandemia principalmente.
Ha servido también para conocer las mayores preocupaciones de los dirigentes para con sus sociedades y la forma en que están respondiendo al desarrollo de sus países. Algunos de ellos -especialmente de los países africanos- han sido muy enfáticos en mencionar la defensa de los derechos humanos y la necesidad que sus poblaciones no sean invisibilizadas de lo que ahora es imprescindible como el acceso a las vacunas contra el COVID 19.
Ningún mandatario hizo alusión de manera directa a un grupo de la población por la que debemos de apostar: los jóvenes. La crisis económica mundial como consecuencia de la pandemia ha golpeado de manera muy dramática a la juventud, ya que no solo perdieron millones de ellos sus trabajos sino también dejaron los estudios y con la reapertura económica de los estados tienen limitado acceso a oportunidades de trabajo, no pueden regresar a los estudios y millones de ellos no pueden ser vacunados justamente por ser jóvenes.
La situación de la juventud en el mundo no está siendo abordada en su real dimensión. Es necesario que los estados promuevan su participación permanente en las actividades del Estado y fortalecer su dinamismo para generar una energía de esperanza y luz en donde descansen los destinos de la humanidad más temprano que tarde.
Los estados deberían de crear políticas públicas dirigidas a los jóvenes y cuyo objetivo sea el de participación juvenil con acciones a través de los sistemas educativos y que sirvan como mecanismos de comunicación, interacción y enlace entre la juventud y la sociedad misma para comprometerlos en los procesos de participación en favor de ellos mismos y de toda la población.
Es necesario -además de los clásicos sistemas educativos y que muchas veces sus contenidos no reflejan las realidades nacionales- contar con estrategias y programas constantes de capacitación y formación a los jóvenes en temas de interés nacional. Serviría para fomentar su participación en el contexto nacional y en distintos ámbitos que les permita lograr una cohesión social, facilitar el desarrollo de sus habilidades, potencializar su nivel de gestión para poder canalizar sus demandas y necesidades; y, fomentar sus valores cívicos y de identidad nacional, como factores fundamentales para el desarrollo de las sociedades, contribuyendo a formar mejores ciudadanos con un concepto de nación participativa y en desarrollo.
Como escribiera el novelista polaco Joseph Conrad: “Recuerdo mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría durar más que todo, más que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres”. Lo que nosotros no hicimos para conseguir un mundo mejor, ayudemos a los jóvenes a que lo obtengan.
Hasta la próxima semana
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