Por Fernando Castellanos |
Cada 30 de agosto el mundo conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2010 mediante la resolución 65/209. La fecha busca visibilizar a quienes han sido víctimas de este grave crimen y reafirmar el compromiso global en la defensa de los derechos humanos.
Más que una violación a la dignidad individual, la desaparición forzada es utilizada como una estrategia para infundir terror en la sociedad. No solo afecta a las familias de los desaparecidos, sino que genera un impacto profundo en comunidades enteras y en la confianza social.
Este flagelo, que en el pasado estuvo ligado a conflictos internos y represión política, hoy se ha convertido en un problema mundial, presente en al menos 85 países. Actualmente persisten situaciones preocupantes como:
El hostigamiento a defensores de derechos humanos, familiares de víctimas, testigos y abogados que llevan estos casos.
El uso de la lucha contra el terrorismo como justificación para incumplir obligaciones internacionales.
La impunidad generalizada que todavía rodea a muchas de estas prácticas.
Además, organismos internacionales hacen un llamado especial a atender la situación de los grupos más vulnerables, como los niños y las personas con discapacidad, que también han sido víctimas directas o indirectas de este crimen.
El Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas es un recordatorio de que detrás de cada estadística hay historias de dolor y resistencia, y que la memoria y la búsqueda de justicia son fundamentales para garantizar que estos hechos no se repitan.
