Por Moisés Cottom |
El 22 de abril de 1945, Adolf Hitler, informado por uno de sus generales que ninguna defensa alemana se ofreció al asalto ruso en Eberswalde, confiesa a todo su bunker que la guerra estaba perdida y que el suicidio era la única alternativa.
Casi como confirmación de la evaluación de Hitler, un grupo de soviéticos llegó a Treuenbrietzen, al suroeste de Berlín, liberó un campo de prisioneros de guerra y dejó libre, entre otros, al comandante en jefe noruego Otto Ruge.
Este momento dramático no solo reflejó el colapso del Tercer Reich, sino que también marcó el trágico final de una era oscura en la historia de Europa.
Vía History