Por Oswaldo Cop |
«Cuando Ana era pequeña siempre llegaba a mi casa para ver cómo se trabajaba en la máquina de coser, ella era muy hábil para eso”, comenta María Hernández, vecina en Concepción Chiquirichapa, Quetzaltenango, de la familia de Ana Sánchez, la tercera víctima mortal del incendio en su vivienda en Charlotte, Carolina del Norte, Estados Unidos.
Cuando Sánchez estudiaba en primaria llevaba helados para vender en la escuela y con ese dinero ayudar a sus padres, recuerda Hernández.
«Ella también aprendió a realizar tejidos para elaborar huipiles, listones, fajas y otros. Era una persona muy alegre y trabajadora desde que tenía 10 años», explica la vecina, quien acompaña a la familia en estos momentos de tristeza y dolor.
Uno de los sueños de Ana era comprar un terreno y construir una casa digna para sus padres, explican vecinos.
