Con información de apnews.com.
Bonifaz Díaz de 44 años de edad, recorrió en bicicleta la ciudad de Quetzaltenango, para entregar un libro de sociología en la casa de un maestro local, luego se alejó pedaleando con cuatro bolsas de Incaparina de colores brillantes, una popular mezcla de cereales crucial para combatir el hambre infantil.
Díaz ha recorrido en bicicleta más de 2 mil kilómetros, con sus alforjas llenas de libros donados e Incaparina para una ONG local que alimenta a casi 400 niños.
Las personas escogen un libro que quieren de una lista de títulos donados y, a cambio, dan varias bolsas de Incaparina. Es un programa de trueque de libros por alimentos.
Para Diaz es una forma de combatir la crisis del hambre, ya que muchas personas se quedan en casa tanto como sea posible para evitar contraer o propagar el virus.
“La gente quiere brindar apoyo, pero… el ‘quedarse en casa’ se ha vuelto muy fuerte”, dijo Díaz, actor de profesión y ciclista.
A veces remolca un carrito pequeño para poder transportar hasta 125 libras (57 kilogramos) y ha recorrido hasta 60 kilómetros para una entrega.
Una bolsa de 1 libra de Incaparina está fuera del alcance de las familias que reciben servicios de la organización sin fines de lucro 32 Volcanes, dijo la cofundadora, la Dra. Carmen Benítez, con el 97 % de esos hogares sobreviviendo con menos de eso por día en ingresos.
En las visitas a hogares rurales que reciben ayuda de los programas de nutrición de 32 Volcanes, Benítez dice que a menudo ve poca comida en los estantes, aparte de una bolsa de Incaparina de color rojo brillante, algo de sal y maíz para los tamales, o alimentos procesados baratos que no hacen nada para prevenir el retraso del crecimiento y aumentar la diabetes, así como las discapacidades del aprendizaje y del comportamiento.
“El trueque es seguridad alimentaria”, dijo Benítez. «La idea es que antes de los 5 años, los niños no estarán ya desnutridos crónicamente».
El coronavirus ha agravado la desnutrición infantil en Guatemala.