El objetivo es evitar la violación de derechos humanos, promover el respeto a la libertad de expresión, a la separación de poderes, a la libertad de circulación, el debido proceso, la no existencia de tortura, la no existencia de presos políticos y erradica aquellas situaciones que ponen en riesgo la seguridad y la paz de los países de la región.
Según el sitio web de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Carta Democrática solo se ha invocado en siete ocasiones de manera preventiva, para evitar el escalamiento de crisis político-institucionales, que podrían haber puesto en riesgo el proceso democrático o legítimo ejercicio del poder.
A través del comunicado, Giammattei habló de actos de violencia sistemática en contra de las instituciones nacionales. Además, indicó que estos actos han sido impulsados por «grupos minoritarios que buscan forzar un verdadero golpe de Estado».
El golpe de estado
Para él, hasta los años 90, es que se comienza a presentar un fenómeno en las Américas, en el que los poderes del Estado comienzan a imponerse y a tomar el control frente a los otros. Es decir, el poder ejecutivo comienza a empoderarse del poder legislativo y judicial, situación que ocurrió en países como Perú, en 1992.
Frente a los nuevos fenómenos, las normas anteriores estipuladas por la OEA no tenían respuesta, pues estaban previstas únicamente para el golpe militar clásico, lo que llevó a la Asamblea General de la OEA a aprobar la resolución de la Carta Democrática Interamericana, el 11 de septiembre de 2001 en Lima.