Por Enrique Calvillo |
A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa procedentes de Occidente (algunos creen que venían de Italia), decidieron instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María.
Estos devotos, quienes decidieron vivir en comunidad bajo la oración y la pobreza, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas y su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen.
La Virgen del Carmen tiene un arraigo muy profundo en Guatemala, desde el siglo XVII, cuando una imagen de la Virgen, donada por Santa Teresa de Jesús, fue traida al Reino de Guatemala, en particular al valle de Las Vacas, por el ermitaño Juan de Corz. Por aquel entonces, ni se soñaba en trasladar la capital a estos paradisíacos lares.
A la Virgen del Carmen, imagen de corte renacentista temprano, le fue erigida una iglesia fortaleza en 1620, en la cumbre de un Cerro encantado ubicado en el centro del valle, que desde entonces se llamó Cerrito del Carmen. Desde 1776 ha acompañado a los habitantes de la Nueva Guatemala de la Asunción.
En Quetzaltenango dos son los municipios que tienen mayor devoción a la Virgen del Carmen, San Ostuncalco y Salcajá, mismos en donde se desarrollan diversas actividades sociales, culturales y religiosas, mismas que para este año fueron suspendidas.